Informaciones Psiquiátricas - Primer trimestre 2003. Número 171

Formación y trabajo: Herramientas básicas para la integración de las personas con TMS

Inmaculada Pinar
Psicóloga. Directora Técnica de los Servicios de Inserción Laboral
Asociación J.O.I.A.

Recepción: 06-11-02 / Aceptación: 15-11-02

RESUMEN

Esta exposición parte de una serie de preguntas en relación a la situación actual del colectivo de personas con trastornos de salud mental, relaciona la rehabilitación psicosocial con la intervención en inserción laboral, ambas fundamentadas en el proceso de cambio de la situación psicosocial del usuario, muestra el tipo de metodología que nos resulta útil en los servicios orientados a la inserción laboral de las personas con trastornos de salud mental, para acabar con las conclusiones a las cuales vamos llegando a partir de un análisis de la prospección del mercado laboral actual.

FORMACIÓN Y TRABAJO

El valor social del trabajo está en proceso de transformación constante, la complejidad del entorno social y laboral es creciente; el marco laboral es complejo y cambiante. Los colectivos más afectados por el paro son, sin duda, aquellos que tienen algún tipo de disminución. Para el colectivo de personas con trastornos de salud mental, la situación es todavía más grave y alarmante, porque a las propias dificultades se añade una imagen distorsionada de las capacidades del colectivo que puede derivar en una exclusión total del mercado laboral.

Si para una persona que padece un trastorno de salud mental, la opción de trabajar es parte importante de su proyecto de vida, si ha conseguido mejorar su formación y aumentar sus capacidades y recursos personales para llegar a ser un trabajador activo, ¿por qué continúa estando parado? ¿Todo el mundo tiene las mismas oportunidades para acceder al mundo laboral? ¿No hay todavía personas excluidas por su condición?

Las dificultades de las personas con trastornos de salud mental se traducen en un sufrimiento psicológico intenso y continuado. Si nos miramos por dentro o observamos a nuestro alrededor a familiares, amigos o conocidos, nos damos cuenta de que este tipo de sufrimiento es un sentimiento que no nos es extraño o ajeno, lo hemos podido sentir muy cercano a nosotros mismos. Es ese sentimiento que rápidamente escondemos porque estigmatiza.

Las personas que necesitan ayuda psicológica o psiquiátrica lo esconden porque las señala y invalida todas sus capacidades, hasta el punto de que aquellas que están trabajando pueden ser relegadas a puestos de trabajo inferiores o incluso perder el propio puesto de trabajo. Si esto último ocurre, si la persona se queda sin trabajo, a este sufrimiento psicológico se añaden todos los efectos psicosociales de estar en paro, todo lo cual da lugar a un círculo vicioso difícil de romper.

Pero esto no sólo pasa en el momento de acceder al mundo laboral, ya pasa con anterioridad, en el momento de acceder a una formación. Las personas con problemas de salud mental que quieren acceder a cursos de Formación Ocupacional normalizados, acostumbran a ser rechazados en el proceso de selección, cuando detectan que tienen este tipo de dificultades.

Las personas con TSM tienen un lugar en el mercado laboral actual de la misma manera que lo tienen otros colectivos con especiales dificultades de integración, es decir, con la aplicación de medidas específicas de seguimiento y apoyo personal. Eso significa ir hacia la integración de todos los miembros que conviven y configuran una sociedad. Pero, ¿cómo podemos conseguir personas eficientes y eficaces en el mercado laboral actual?

La intervención en Inserción Laboral es compleja pero posible. Hasta ahora nos está dando buenos resultados una metodología de intervención que descansaría sobre los mismos pilares que la rehabilitación, es decir, sobre el concepto de situación psicosocial que ya conocemos.

El concepto de situación psicosocial es un concepto construido desde la práctica en rehabilitación y reinserción de las personas con problemas de salud mental y desde el consenso de los técnicos.

La situación psicosocial de una persona está configurada por la interrelación de diferentes factores.

Las características individuales

Se refiere a una concepción global del ámbito individual que tenga en cuenta las dificultades y discapacidades pero también los recursos y las capacidades; incluye aspectos como el diagnóstico y la sintomatología, pero también las capacidades relacionales, actitudes, motivación, el nivel de formación, la experiencia laboral, recursos económicos...

Las características familiares

Las relaciones familiares son muy relevantes para las personas. La composición familiar, el ciclo vital de la familia, las pautas relacionales, las actitudes, las expectativas... configuran la situación psicosocial.

Las características de las redes no profesionales

Las relaciones sociales son muy importantes para el desarrollo de las personas, las redes de relaciones personales, la red social en el entorno inmediato, las capacidades de la red comunitaria para activar procesos, son elementos muy importantes.

Las características de las redes de apoyo profesional

El tipo de servicios que existen en un territorio, el tipo de relación que establecen entre ellos, el grado de coordinación, de trabajo conjunto, la capacidad de colaboración, determinan también la situación psicosocial.

La interrelación de todas las variables anteriormente descritas de la situación psicosocial, puede configurar una situación que facilite o dificulte de manera importante el proceso de inserción laboral del usuario, y por lo tanto, la consecución del objetivo de integración laboral ha de pasar por el análisis y el tratamiento de todas estas variables conjuntas, y no sólo de una parte de ellas.

Teniendo en cuenta esto, la intervención en Inserción Laboral ha de ir orientada a mejorar la situación psicosocial del usuario para que pueda desarrollar un puesto de trabajo en la empresa, a través de un contrato. Por lo tanto, la intervención en IL está orientada a provocar cambios.

Ha de ser una metodología que consiga provocar cambios en la situación psicosocial de los usuarios, y los sitúe en condiciones de asumir lo que implica la inserción en el mundo laboral, pasando de una situación centrada en la patología, la incapacidad y la dependencia, a una percepción de sí mismo como trabajador potencialmente activo, que cotizan y hacen su contribución a la sociedad en general.

La característica esencial de la metodología utilizada en los servicios de inserción laboral está basada en el análisis y diagnóstico de la situación psicosocial del usuario, el trabajo con la demanda del usuario, el diseño de itinerarios de inserción personalizados, el trabajo con apoyo y la intervención familiar.

La metodología ha de ser activa y participativa global y individualizada, incidiendo tanto en las características del usuario como en las de su entorno familiar, social y laboral.

Si definimos los procesos de inserción como procesos de cambio, la clarificación de la demanda se convierte en una cuestión central. ¿Quién pide?, el usuario, el servicio derivante, la familia, ¿Qué pide? Proyecto personal, si quiere trabajar, el valor que tiene para él el trabajo, motivaciones, actitudes... etc.

El itinerario del proceso de inserción laboral ha de globalizar todas las capacidades necesarias para desarrollar el rol de trabajador activo (orientación profesional, formación específica prácticas profesionales, búsqueda activa de trabajo, inserción laboral), y se ha de llevar a cabo de manera individualizada porque, a pesar de que los alumnos pertenecen a un mismo colectivo, la situación psicosocial de cada uno de ellos es diferente.

Podríamos definir el trabajo con apoyo como la asunción por parte de los trabajadores con trastornos de salud mental de los derechos y deberes laborales de una relación contractual en la empresa ordinaria, mediante la recepción de un seguimiento y apoyos transitorios del trabajador y del propio empresario.

Este doble apoyo ha de garantizar el equilibrio entre exigencias productivas y garantías sociales y perseguir como objetivo clave, la plena integración del trabajador en la empresa ordinaria.

Este apoyo puede extenderse en un «continuum», en función de la necesidad del trabajador y puede ir desde el simple seguimiento personal externo del trabajador, hasta el apoyo «in situ» en el lugar de trabajo de las destrezas profesionales concretas.

El apoyo ofrecido habrá de ser siempre temporal, retirándolo de forma progresiva a medida que van aumentando los propios recursos del trabajador y sus posibilidades de integración plena en la empresa.

La metodología incluye la intervención familiar, haciendo participar a la familia desde el inicio del proceso de inserción del usuario. Un proceso de inserción laboral provocará cambios en la situación psicosocial del usuario y hemos de darle «herramientas» a la familia para que acepte el cambio, lo tolere y cambie conjuntamente con el usuario para favorecer el proceso de inserción laboral.

La experiencia nos demuestra que en la medida en que la familia está dispuesta a tolerar y favorecer el cambio, aumentan mucho las posibilidades de inserción del usuario; en cambio, cuando pasa lo contrario, cuando la familia no puede tolerar los cambios que el proceso lleva en sí mismo, tarde o temprano, en un momento u otro, el proceso de inserción laboral se interrumpe.

La familia juega un papel relevante en este proceso.

Las características de las relaciones familiares configuran una situación psicosocial determinada. La intervención familiar permite ampliar el foco de intervención que, tradicionalmente, ha puesto mucho más énfasis en las características individuales; de esta manera, permite superar intervenciones parciales o sesgadas, situando a la persona con trastornos de salud mental en un contexto familiar de vínculos afectivos y relacionales, relevantes como potencial fuente de recursos.

Cada familia tiene una historia vivida en común y sus miembros siguen entrelazados, incluso en el caso de que medie entre ellos una distancia geográfica.

Las relaciones familiares presentan un paradigma de lazos vitales auténticos y persistentes. El modo en como las personas se relacionan con el mundo y con las demás personas depende, en gran parte, de cómo les fue en su familia de origen.

Algunas teorías dicen que los síntomas tienen que ver con el juego complejo de los roles familiares. Parece que hay trastornos que eclosionan en momentos de desvinculación y autonomía y que los usuarios con los que tratamos han resuelto ese proceso con síntomas y cronicidad.

El proceso de inserción laboral puede actualizar esos momentos y enfrentar a la familia y al usuario a un proceso de cambio que necesita intervención. Si no hacemos intervención familiar, planteamos un desafío de cambio sin prestar la ayuda necesaria para facilitar ese cambio.

El trabajo en inserción laboral va a provocar cambios en la situación relacional de la familia. Si la inserción laboral del usuario significa una intensa amenaza de alteración del «equilibrio familiar» establecido, van a aparecer intensas resistencias ante el proceso de inserción laboral por parte de algunos miembros y, en ocasiones, de todos los miembros de la familia.

Cada uno de los miembros de la familia debe ser consciente de su nivel de tolerancia al cambio, de qué «ganan» o qué «pierden» con el nuevo rol de trabajador potencialmente activo del usuario, de qué manera influye ese nuevo rol en el que cada miembro desempeña y cómo se puede llegar a un nuevo equilibrio familiar.

En algunos casos, el proceso de inserción laboral será posible siempre y cuando, en un principio, no ponga en peligro el equilibrio de roles establecidos, modificando estructuras familiares profundas.

En otros casos, será posible la modificación de roles y el establecimiento de un nuevo equilibrio familiar.

En cualquier caso, se trata de un proceso movilizador que requiere intervención familiar.

La experiencia nos demuestra que hay que prestar especial atención a la existencia de discordancias entre las opiniones y expectativas aparentemente comunes y casi oficiales de la familia y las que se mantienen ocultas. Hay que introducir los temores acerca de las repercusiones que la autonomía en el nuevo rol del usuario puede tener en la familia.

De esta manera, se puede poner en marcha una actitud colaboradora de reconciliación y reparación en la que todos los miembros de la familia se convierten en miembros activos y en la que todos ellos salen beneficiados.

La intervención familiar que se realiza desde los servicios de inserción laboral, va dirigida a la modificación de las características de las relaciones familiares que influyen en la situación psicosocial del usuario y en sus posibilidades de llevar a cabo un proceso de inserción laboral.

La metodología se define a nivel interdisciplinar y se concreta para cada familia, el tipo de intervención y la temporalización adecuada, en función del plan individualizado de trabajo diseñado para cada usuario.

La participación de los miembros de la familia se define a partir del análisis de cada situación familiar, en función del proceso de intervención y de los objetivos determinados. Generalmente se cita a los miembros de la familia que conviven en el mismo domicilio. El resto de miembros de la familia son convocados en función de las posibilidades de colaboración en el proceso de inserción laboral del usuario y en función de la relevancia que tienen en relación a las pautas relacionales disfuncionales, ya sea como participantes en esas pautas disfuncionales o como desbloqueadores de las mismas.

Dependiendo del momento o de la fase en la que se encuentre el usuario en el proceso de inserción laboral (análisis de la situación psicosocial, orientación profesional, formación específica, prácticas profesionales, búsqueda activa de trabajo, inserción laboral), la frecuencia de la intervención familiar puede aumentar para favorecer la asunción de los objetivos por parte del usuario en cada fase y en el cambio de una fase a otra de su proceso de inserción laboral. Asimismo, la frecuencia de la intervención variará en función del grado de asunción de los objetivos definidos en el Plan de Intervención Familiar.

Por último, quisiera señalar la información que desde los servicios de inserción laboral se va obteniendo de la prospección de empresas del mercado ordinario: Destaca

  • La poca información respecto a la obligatoriedad del índice de contratación de personas con disminución por parte de las empresas de más de 50 trabajadores y que normalmente no cumplen.
  • El desconocimiento de las empresas de las ventajas de los contratos para los colectivos con disminución.
  • El desconocimiento generalizado del perfil de personas con disminución, atendiendo sólo a los estereotipos y prejuicios en relación al colectivo.
  • Los lugares de trabajo ofertados para nuestros usuarios son, a menudo, trabajos poco cualificados, puestos como peón, mozo de almacén, manipuladores en general, dependientes de pequeño comercio... etc.
  • Una vez conocidas las ventajas de los contratos para personas con disminución, las empresas se decantan por éstos limitando, de alguna manera, el acceso al mercado laboral de aquellos usuarios que a pesar de tener problemas de salud mental, no tienen certificado legal de disminución.

No se trata de que las empresas dejen de ser empresas para dedicarse a acciones humanitarias, ni que deje de lado sus criterios de producción y rentabilidad. Se trata de que manteniendo estos criterios empresariales, dé oportunidades a aquellas personas que, a pesar de estar preparadas, no pueden acceder al mundo laboral porque los estereotipos creados a su alrededor pasan por encima de su currículum y anulan sus capacidades profesionales.

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