Informaciones Psiquiátricas - Primer trimestre 2007. Número 187

La educación física adaptada a pacientes con trastorno mental severo: Un programa de aprendizaje servicio

 

Merche Ríos

Profesora de la Facultad de Formación del Profesorado.

Universitat de Barcelona.

 

Recepción: 15-11-06 / Aceptación: 28-12-06

 

RESUMEN

En el presente artículo se sintetiza un programa de aprendizaje servicio (APS) que vincula a la Universidad de Barcelona (UB) con el Complejo Asistencial en Salud Mental Benito Menni de Sant Boi de Llobregat.

A partir del curso académico 2003-2004, a lo largo de un semestre cada curso, un grupo de estudiantes de la UB se desplazan semanalmente al citado centro de salud mental con el objetivo de favorecer la socialización de un grupo de veinte pacientes con trastorno mental severo, mediante un taller de Educación Física (EF) que tiene lugar en el exterior del centro, concretamente en una instalación deportiva municipal. Se destaca la colaboración y el trabajo colegiado entre ambas instituciones.

Como experiencia docente universitaria supone una apuesta por una metodología participativa que fomenta la reflexión y la investigación cooperativa desde el compromiso social en un marco de servicio a la comunidad.

Palabras clave

Educación Física, trastorno mental severo, aprendizaje servicio.

 

ABSTRACT

In the present article there synthesizes a program of learning service (APS) that links the University of Barcelona (UB) with the Welfare Complex in Mental health Benito Menni de Sant Boi de Llobregat.

From the academic course 2003-2004, along a semester every course, a group of students of the UB move weekly to the said center of mental health with the target to favor the socialization of a group of twenty patients with mental severe disorder, by means of one workshop of Physical Education (PE) that takes place in the exterior of the center, concretely in a local sports installation. There stands out the collaboration and the work joined a professional association between both institutions.

As teaching university experience it su­p­poses a bet for a participative methodology that encourages the reflection and the cooperative investigation from the social commitment in a frame of service to the community.

Key words

Physical education, mental severe disorder, learning service.

 

1. LOS ANTECEDENTES: LOS ENCUENTROS SOCIODEPORTIVOS

Desde hace 9 años, la UB, mediante las Facultades de Formación del Profesorado y Pedagogía organiza, desde el Departamento de Didáctica de la Expresión Musical y Corporal, en colaboración con el Complejo Asistencial en Salud Mental Benito Menni de Sant Boi de Llobregat, los Encuentros Sociodeportivos entre los pacientes del centro y el alumnado de Educación Social.

La primera precisión que debemos hacer es terminológica. Si bien el nombre de «Encuentro Sociodeportivo» ha hecho fortuna y ya forma parte tanto de la cultura de nuestras facultades como del centro Benito Menni, el nombre que creemos más adecuado, en función del tipo de actividades organizadas, es «Encuentro lúdico-motor», puesto que principalmente se interviene mediante el juego motor. El componente socializante del juego facilita mucho más las interrelaciones entre los alumnos y los pacientes que la práctica deportiva, da­do su componente competitivo.

Dichos encuentros consisten en facilitar la comunicación de un grupo de pacientes con uno de alumnos y alumnas de la UB, mediante la organización de grupos formados paritariamente entre pacientes y alumnos, que comparten juegos motores desde una situación de igualdad. Una vez han tenido lugar los juegos y las relaciones entre ambos grupos son más fluidas, el espacio del aperitivo intensifica las interrelaciones. Se finaliza el proceso realizando una visi-ta al centro. Posteriormente tienen lugar las reuniones de valoración y evaluación con el alumnado, los profesionales del centro y el profesorado de la UB. Cada encuentro consta de dos fases, la primera en la que un grupo de pacientes visita el Campus Mundet de la UB (una jornada completa con comida incluida y compartida con el alumnado) y la segunda, donde dicho alumnado se desplaza a Benito Menni.

Con la celebración de estos encuentros se pretende romper con la idea preconcebida de un centro de salud mental. No se trata de un «manicomio» tal y como cierta tradición (cinematográfica mayoritariamente) se ha encargado de transmitir. Ver y vivir la realidad de un colectivo humano que también necesita de la intervención socioeducativa, y abrir las expecta­tivas de nuestros alumnos hacia una nueva vía de intervención profesional. Este tipo de actividades suponen un camino directo al tra­bajo de campo y a la interdisciplinaridad entre las diversas áreas que interactúan en el tratamiento del colectivo de personas con trastorno mental severo. El hecho que los propios profesionales del centro (el educador, el psicólogo y la trabajadora social) se desplacen para impartir una con­ferencia introductoria a los alumnos, donde se contextualiza y se describe tanto la población como el medio; la presentación de la propuesta de los alumnos en el propio centro (con lo que supone para un es­tudiante participar en el diseño de una

acti­vidad desde su principio hasta su ma­terialización); la propia repercusión del proceso de preparación en el propio centro, con la interrelación que implica entre todo el equipo de tratamiento. Creemos que este proceso puede ofrecer a nuestros alumnos una experiencia única de gran valía en su formación. Que los alumnos hagan la propuesta de ambas acciones y que, finalmente, sea el propio Campus univer­sitario quien reciba a un grupo de pacientes, abre un camino novedoso que tiene una segunda consecuencia inherente: el beneficio para los pacientes (podemos afirmar que se ha creado una expectativa entre el colectivo), que tienen como prin­cipal fuente de satisfacción el sentirse respetados y no utilizados en un contexto como el universitario, a priori tan diametralmente opuesto al de un centro de salud mental.

Dado que la experiencia se ha conso­lidado, se ha creído oportuno avanzar cualitativamente en el proyecto aumentando

la frecuencia de la intervención mediante la presencia regular de un grupo de alumnos que se desplaza al centro de salud mental. Así, se explica a continuación el contenido del taller para, posteriormente, detenernos en el concepto de aprendizaje servicio que impregna ambas experiencias.

 

2. EL TALLER DE EDUCACIÓN FÍSICA EN EL COMPLEJO ASISTENCIAL EN SALUD MENTAL BENITO MENNI DE SANT BOI DE LLOBREGAT (BARCELONA)

2.1. La dinámica de la intervención

Desde el curso académico 2003-04, un grupo de 12 alumnos de la Universidad de Barcelona, acompañados de la autora del presente artículo, se desplazan semanalmente a lo largo de un semestre (de febrero a junio) al centro de salud mental con el objetivo de desarrollar un taller de Educación Física, donde participa un grupo de 20 pacientes con trastorno mental severo, acompañados de su educador. El alumnado ha recibido previamente en el aula un seminario sobre la enfermedad mental, impartido por el educador, el psicólogo y la trabajadora social del centro.

La posterior intervención en el centro de salud mental se desarrolla de la siguiente manera:

-  A las 9.30 h. de la mañana se reúne al grupo de pacientes y de alumnos en el centro.

-  De 9.30 a 10 h. se desplaza todo el grupo (alumnado, pacientes, profesora universitaria y educador del centro) a una instalación deportiva municipal.

-  De 10 a 12.30 h. tiene lugar la sesión de Educación Física, incluyendo el espacio de vestuario dedicado a cambiarse de ropa y ducharse tras la actividad.

-  De 12.30 a 13 h., regreso al centro de salud mental.

­  De 13 a 14 h., reunión de alumnos, profesora y educador para valorar didácticamente la sesión, analizar los posibles conflictos y hacer un seguimiento de la respuesta de los pacientes.

 

Se considera tan importante la actividad propiamente dicha, como los traslados y los hábitos higiénicos que se generan en el vestuario, de ahí que el alumnado debe hacer un esfuerzo en desarrollar habili­dades sociales de comunicación tanto en el traslado, en la sesión y en las duchas, que se comparten en igualdad de condiciones (incluyendo a la profesora y al edu­cador).

En cuanto al rol del alumnado en las sesiones, en principio, es actuar como compañeros y estimuladores de aprendizaje de los pacientes (función docente y socializadora). A medida que el alumnado universitario va adquiriendo confianza, se le traslada el rol de profesor, aunque el diseño de las sesiones es siempre compartido con el grupo de alumnos y profesionales de ambas instituciones.

La dinámica de cada sesión es la que sigue:

-  Se inicia cada sesión con uno o dos juegos de presentación y conocimiento de las características de los miembros del grupo (tanto de los alumnos como de los pacientes), con el fin de estimular las capacidades cognitivas y favo­recer el sentimiento de cohesión de grupo.

­  Un juego motor dinámico para estimular la motricidad y educar los contenidos propuestos.

­  Un juego sensorial.

­  Un juego motor dinámico.

­ Espacio de relajación, donde en un principio el contacto es entre alumnado-pacientes, para posteriormente proponer actividades entre pacientes, con el fin de buscar su autonomía y el apoyo mutuo.

­ Se finaliza con la evaluación de la sesión, todos sentados en círculo, como espacio de escucha, donde los participantes, incluyendo a los pacientes, toman la palabra individualmente para expresar las sensaciones y sugerencias para la próxima sesión.

2.2. Los objetivos del taller

Como objetivos generales se plantean:

­ Mejorar la calidad de vida de los pacientes, favoreciendo su proceso de rehabilitación y reinserción social, despertando y fomentando sus capacidades cognitivas, motrices, emocionales y sociales, incentivando la comunicación y la expresión.

­  Reducir y compensar los efectos discapacitantes que comporta el trastorno mental severo.

­  Facilitar la adaptación al entorno, desarrollando la autonomía funcional (ser capaces de vivir en comunidad).

Pero antes de exponer los objetivos concretos y la metodología seguida en el taller de Educación Física, consideramos oportuno sintetizar de qué concepto de Edu­cación Física partimos. Entendemos la Educación Física, coincidiendo con las aportaciones de Parlebas (1981) y Vázquez Gómez (1989), como la educación que se centra en el desarrollo de las conductas motrices sin olvidar los aspectos cognitivos, comunicativos, expresivos, sociales y afectivos. Una educación basada en la concepción integral de la persona, cuyo objetivo es la búsqueda del autoconocimiento y una mayor adaptación al entorno físico y social. En la línea de lo que apunta Sánchez Bañuelos (1996), la Educación Física no debe limitarse al contexto escolar, sino que forma parte inseparable de la educación continua y permanente del ser humano, de ahí la gran importancia de desarrollar programas de Educación Física en el tratamiento de las personas con trastorno mental severo.

Por ello el paciente con trastorno mental severo debe recuperar el conocimiento de su propio cuerpo, aceptarlo, descubriendo sus posibilidades de movimiento, resolviendo problemas motores que supongan el progresivo dominio de las habilidades coordinativas, la asimilación de actitudes, valores y hábitos, favoreciendo un incremento de la salud y de la calidad de vida, sin olvidar las repercusiones indudables en las relaciones sociales e interpersonales, de manera que, con las conductas motrices, se colabora en el crecimiento individual de la persona y en su proceso de rehabilitación y reinserción social. Por tanto, los objetivos concretos del taller son los siguientes:

­  Conocer y aceptar el propio cuerpo, así como sus posibilidades de movimiento, adquiriendo consciencia de su esquema corporal.

­  Fomentar la autoestima.

­  Mejorar el dominio corporal y postural armónico.

­  Resolver problemas motores que exijan el dominio de las habilidades motrices básicas, adecuándose a los estímulos perceptivos y seleccionando los movimientos, previa valoración de sus posibilidades.

­  Desarrollar de forma genérica las capacidades físicas, regulando y dosificando el esfuerzo de acuerdo con las propias posibilidades.

­  Mejorar la relación con el entorno social, accediendo a un comportamiento que facilite el crecimiento individual mediante la participación solidaria, la responsabilidad y el respeto hacia los demás, y especialmente la utilización de las relaciones de cooperación indispensables en una actividad colectiva.

­  Adoptar hábitos de higiene, potenciando actitudes responsables hacia el propio cuerpo.

­  Valorar y gozar de la Educación Física, aumentando el nivel de bienestar físico, psíquico y emocional, reduciendo la ansiedad, consiguiendo un nivel aceptable de relajación y contribuyendo a la superación personal.

Estos objetivos, basados en los que señala el Departamento de Educación de la Generalitat de Catalunya en la etapa primaria (1992), se adecuan y priorizan según las necesidades educativas de los pacientes. Para determinar la priorización tenemos en cuenta los siguientes criterios (Puigdellívol, 1998):

­  Aprendizajes que aumenten el desarrollo de la autonomía y la potenciación de la funcionalidad.

­  Aprendizajes con probabilidad de adquisición.

­  Aprendizajes que comporten el desarrollo de habilidades sociales y de interacción con el grupo.

­  Aprendizajes que sean significativos para los pacientes.

­  Aprendizajes que comporten variabilidad en relación a las actividades habituales.

­  La adecuación a la edad cronológica y a las capacidades mentales, sin olvidar la importancia de los referentes culturales.

­  Aprendizajes que favorezcan la transferencia fuera del contexto terapéutico.

2.3. El juego motor como recurso de intervención

El juego motor es un instrumento trascendental de aprendizaje que aprovechamos como recurso para incidir en la formación integral de los pacientes, con el objetivo de enriquecer cuantitativa y cualitativamente su motricidad y de despertar y/o estimular sus capacidades cognitivas. Se prioriza la variedad de experiencias, incrementando su compromiso motor, de tal forma que los pacientes puedan participar lo más activamente posible en el taller, tomando el máximo de decisiones según sus posibilidades, interrelacionándose socialmente y favoreciendo además aprendizajes de tipo cognitivo, actitudinal y de valores, alejándonos del infantilismo y contemplando el juego motor como parte de los referentes culturales del ser humano.

 

3. LAS PERSONAS CON TRASTORNO MENTAL SEVERO. ORIENTACIONES DIDÁCTICAS

En general el taller está formado por pacientes con esquizofrenia. En consecuencia, las orientaciones didácticas que se han planteado han sido las siguientes (Ríos, 2003, 2005):

­  Ver a la persona antes que al trastorno mental, una persona con derechos y obligaciones.

­  No caer en el infantilismo. Estamos trabajando con adultos y es necesario razonar el objetivo de las tareas, especialmente si se trata de juegos motores.

­  Utilizar referentes motores culturales.

­ Informaciones concretas, precisas, organizadas y simplificadas. Las consignas deberán ser simples y con frecuentes repeticiones que facilitarán la transferencia a otras situaciones posteriores. Generalmente una consigna no será captada inmediatamente (nunca dar nada por sabido).

­  La información debe llegar por la mayor cantidad de vías posible, potenciando la verbalización y la comprensión, favoreciendo la capacidad de representación y abstracción.

­  Los actos deben estar asociados estrechamente a la terminología correspondiente, con el fin de conseguir la unión entre el sistema de signos verbales y la experiencia.

­  Procurar no excederse en las instrucciones verbales, ya que presentan di­ficultades en la comprensión de las consignas. Siempre que sea posible, la información verbal será complementada por la visual dado que comprenden mejor con la demostración y la imitación del modelo, sin olvidar el apoyo táctil (la ayuda en la ejecución motriz sólo debe darse cuando sea necesaria).

­  Períodos de aprendizaje cortos, ya que los procesos de aprendizaje son muy lentos. Facilitar la comprensión de los mensajes, centrando la atención, ayudando a identificar las demandas del entorno y eliminando las fuentes de distracción. Si la tarea es compleja, se dará una explicación general y, a medida que se desarrolla, con apoyo continuado se irán ampliando las consignas.

­  Simplificar las tareas, fraccionando la enseñanza en pequeños pasos, reduciendo la complejidad del aprendizaje y el número de decisiones (una decisión por respuesta).

­  Pedagogía del éxito: las tareas deben ser un reto asumible, sin infravalorar las potencialidades de los pacientes. Se plantearán los objetivos a corto plazo ya que los resultados serán rápidos y motivadores.

­  Ante la falta de motivación, modificar frecuentemente las tareas debido a las dificultades de atención y concentración que presentan, dinamizando la situación continuadamente. Se dará prioridad a las actividades que propongan condiciones de aprendizaje positivas en los aspectos social y afectivo, utilizando diversos tipos de refuerzo (verbales, de contacto, gestuales y de aprobación con la mirada, pero sin caer en las recompensas materiales).

­  Deberá tenerse paciencia en el trabajo, esperando la respuesta (dado el alto período de latencia) y valorando el mínimo éxito. Informar inmediatamente después de la acción, favoreciendo el feed-back, con el objetivo de reforzar positivamente.

­  Mantener un cierto ritual o modelo en las sesiones, consiguiendo un ambiente estructurado que facilitará la comprensión de la situación. La repetición será una estrategia para potenciar la asimilación de conocimientos, intentando evitar actitudes mecánicas.

­  Proponer actividades que favorezcan la autonomía y los hábitos higiénicos, desarrollando además las habilidades sociales y los comportamientos adaptativos.

­  Cuando los pacientes están muy sedados proponer actividades muy dinámicas para superar la pasividad y las actitudes aletargadas.

­  Si algún paciente se niega a participar y se sitúa al margen de la actividad pese a nuestra actitud motivadora, hay que respetar su ritmo y no obligarle, ya que su reacción puede ser imprevisible.

­  Tener en cuenta la irregularidad en la participación de los pacientes, motivada por su inestabilidad mental y/o el tratamiento farmacológico.

­  Potenciar el liderazgo y la reflexión de los pacientes para que sean partícipes de todo lo que acontece en la sesión.

Una vez sintetizada la experiencia, creemos oportuno situar el marco conceptual que ha impregnado la intervención socioeducativa y la metodología utilizada.

 

4. EL APRENDIZAJE SERVICIO (APS).

El taller de Educación Física se inscribe en lo que actualmente se denomina Aprendizaje Servicio (APS), entendido como:

«El Aprendizaje Servicio es una propuesta educativa que combina procesos de aprendizaje y de servicio a la comunidad en un solo proyecto bien articulado en el cual los participantes se forman trabajando en necesidades reales del entorno con el objetivo de mejorarlo.»

(Puig, Batlle, Bosch i Palos, 2006)

Por tanto, desde la Universidad el alumnado cumple con un servicio a la comunidad, permitiéndole poner en práctica conocimientos ya adquiridos de manera que desarrolla su pensamiento crítico y a su vez le proporciona nuevos aprendizajes. En este sentido es importante señalar que entre los dos conceptos (aprendizaje y servicio) existe un equilibrio, de manera que se crea un espacio de colaboración recíproco, más allá de planteamientos asistenciales, donde ofrecer y recibir se convierten en valores en activo.

Estamos hablando de una pedagogía que tiene como objetivo aplicar principios como la experiencia entendida como relación directa y significativa con la realidad, la participación activa del alumnado en todo el proceso del proyecto, la reflexión individual y grupal entre todos los participantes, fomentando la interdisciplinaridad, la cooperación y la resolución de problemas en común.

Para que ello haya sido posible ha sido necesario trabajar en red y comunitariamente, de tal forma que, en nuestro caso, la Universidad y el centro de salud mental han facilitado la intervención socioeduca­tiva. Esta bidireccionalidad institucional permite que la Universidad se abra al entorno y colabore en la socialización de un grupo de pacientes con trastorno mental severo. A su vez, permite que el centro de salud mental colabore en la formación del alumnado, incrementando la calidad docente y estimulando el pensamiento crítico y la responsabilidad cívica, a través de los valores que se transmiten en un contexto donde el desarrollo personal y la ciudadanía contribuyen a mejorar el entorno social.

Así, desde esta perspectiva de APS, el planteamiento de esta experiencia se ha propuesto los siguientes objetivos:

­  Ofrecer a los alumnos la posibilidad de conocer la realidad de la salud mental, ampliando su horizonte profesional.

­  Facilitar el conocimiento entre un grupo de estudiantes de la UB y uno de pacientes con trastorno mental severo, colaborando en su proceso de rehabilitación y reinserción social, disminuyendo la disocialización.

­ Favorecer un marco de reflexión sobre la enfermedad mental, sus efectos y la institucionalización, potenciando cambios de actitudes y el compromiso hacia los colectivos en riesgo de exclusión social.

­  Adquirir actitudes favorables hacia una concepción educativa que valora la Educación Física como un recurso peda­gógico de intervención socioeducativa.

En cuanto a la metodología en la formación del alumnado universitario, se ubica en un espacio de aprendizaje cooperativo, dado que a través de la metodología participativa se combinan el aprendizaje cooperativo, la acción educativa y la investigación y el compromiso social:

­  La interacción entre la profesora, el alumnado universitario y el educador del centro permite crear una simbiosis de pericia social y técnica favorables para el desarrollo de la experiencia.

­  El aprendizaje cooperativo facilita la complicidad en la toma de decisiones, una estrategia que promueve la participación colaborativa que constituye un incentivo para animar a los participantes del grupo a enseñarse (compartir) mutuamente. Un diálogo interactivo donde la relación docente y la discente son maneras de observar una misma totalidad. De ahí dedicar un espacio a la reflexión y a la investigación entre iguales, donde la profesora y el educador social del centro, desde la horizontalidad, actúan como mediadores en los procesos de aprendizaje del alumnado, generando conocimiento y potenciando el desarrollo de habilidades sociales. Sin obviar que este ambiente de aprendizaje promueve relaciones de afecto y confianza en el grupo y favorece las relaciones interpersonales.

­  El grupo desarrolla un nuevo nivel de comprensión de los problemas y de la manera de resolverlos. Los comportamientos cambian, el grupo está en condiciones de modificar el enfoque de los problemas y el planteamiento de soluciones (aprendizaje social).

Al respecto creemos relevante incluir la opinión de dos alumnas participantes:

«Como los pacientes, también nosotros aprendimos progresivamente a relacionarnos no sólo entre nosotros, sino también con ellos. Formando finalmente un equipo en el cual cada uno tenía un rol a desarrollar necesario para que todo funcionara. En esta experiencia no sólo han aprendido los pacientes, sino que lo hemos hecho todos y estos aprendizajes nos han permitido crecer no sólo como profesionales sino también como personas, precisamente gracias a la socialización.»

(Valoración de VR y MM, alumnas de la UB)

 

5. VALORACIONES Y CONCLUSIONES

La valoración del programa es muy positiva por parte de todos los agentes implicados, a continuación sintetizamos dichas valoraciones según sus protagonistas:

5.1. Los pacientes

Por las valoraciones realizadas por los pacientes al finalizar la intervención, podemos resumir sus opiniones en:

­  Rompen con la monotonía y la rutina hospitalaria: «Poder pasar un día diferente»1, «Se mata el tiempo, no pasamos el día fumando y nos divertimos haciendo los juegos», «Me distraigo, me siento feliz viendo a la juventud».

­  Valoran la relación social con el grupo de alumnos y la profesora: «Estar con otras personas», «Hablamos con gente que no está enferma», «Hacemos amigos con los estudiantes, te tratan bien y se puede hablar con ellos», «Los estudiantes animan mucho», «Se portan divinamente con nosotros y les hacemos caso. Ellos participan con nosotros y no se creen superiores», «Nos respetan y no nos miran raramente».

­  Les gusta la Educación Física «Jugamos, lo pasamos bien y nos relajamos», «Compartimos los ejercicios con los estudiantes», «Las actividades son muy variadas», «Hacemos los juegos con personas normales y nos relacionamos con la juventud».

­  Facilita las interrelaciones positivas entre los pacientes. «Con un poco de esfuerzo nos podemos ayudar los unos a los otros».

­  Valoran la adquisición de aprendizajes y sus efectos. «Me ha ayudado a concentrarme, ha despertado mi mente y mejorado mi aseo», «Aprendí algo más de mí», «Nos ayuda a relajarnos la mente».

5.2. El centro de salud mental

«Una de las cosas que más valora el paciente es poder realizar la actividad en un recurso comunitario como es el polideportivo, donde se interviene directamente en la comunidad y no en un espacio institucionalizado»

«La Educación Física siempre está en los programas de educación psico­educativa para combatir, reducir o mantener los síntomas que produce la enfermedad o incluso los efectos secundarios provocados por la medicación (...) Con la práctica deportiva hemos trabajado sobre estos síntomas y hemos creado un espacio donde el paciente se ha activado tanto física como psíquicamente, mejorando su calidad de vida y su salud»

(Educadores del centro)

La valoración que se hace desde el programa de rehabilitación psicoeducativa es también positiva, dado que la experiencia ha facilitado el trabajo con los pacientes en los siguientes ámbitos:

­  Cognitivo: han mejorado la capacidad de razonamiento, memoria, atención y expresión verbal.

­ Emocional: se ha trabajado la tolerancia a la frustración, se ha reforzado la motivación e interés, la estabilidad emocional, el autocontrol y la satisfacción y la sensación de bienestar.

­ Autonomía funcional: mejora del cuidado del aspecto personal (incluyendo la higiene) y se ha incidido en el sentimiento de responsabilidad, materializado en la participación regular y preparación de la bolsa de deporte.

­  Relacional: ha habido un aumento de las conductas de respeto mutuo, de comprensión, de pertenencia al grupo y de aceptación de normas.

­  Motricidad: mejora de la toma de conciencia del esquema corporal, agilidad y coordinación.

5.3. El alumnado universitario

«Creo que el valor de la actividad es indiscutible y supone una aproximación a casos reales, con personas reales y un entorno real»

(JM, alumno de la UB)

En la valoración que realiza el alumnado participante, se destaca que la experiencia es muy positiva, dado que pueden conocer una realidad a menudo estigmatizada socialmente y de difícil acceso. Paralelamente, valoran conocer un ámbito de actuación profesional que hasta el momento les era lejano y casi desconocido. Destacan también:

­  Han aprendido que la Educación Físi-ca es un buen recurso de intervención social, adaptándola al colectivo y han aprendido a trabajar las dinámicas de grupos, adecuándose a los diversos niveles cognitivos.

­  Comentan la importancia de haber podido medir los efectos del taller en el grupo de pacientes, reconociendo la importancia de la socialización.

­  Como futuros educadores, reconocen su vivencia positiva por haber podido dar clase, lo cual les ha proporcionado seguridad y autoconfianza de cara a su futuro profesional.

­  Asimismo los valores de la paciencia y de saber valorar los pequeños avances.

­  Dicen haber crecido como futuros educadores y como personas, desarrollando la capacidad de empatía.

­ Dan mucha importancia a haber aprendido a trabajar en equipo no sólo con los compañeros, sino también con la profesora de la UB y el educador del centro («Además, la responsabilidad crece cuando se comparte (...) y nos hace sentirnos responsables del equipo», NS, alumna de la UB).

­  Reconocen el valor de la metodología del APS en su itinerario académico y personal, descubriendo una nueva manera de relacionarse con los compañeros de estudios, fuera del ambiente tradicional del aula. Así, consideran que se ha facilitado una mayor comunicación entre la Universidad y la sociedad en el sentido más amplio, sintiéndose satisfechos por haber participado en los objetivos generales del programa.

­  Valoran el conocimiento de la enfermedad mental y de sus efectos, así como los de la medicación. Saber tratar a las personas enfermas como adultos, sin caer en el infantilismo.

­  El sentimiento de responsabilidad por haber diseñado y llevado a cabo la actividad en grupo, favoreciendo el conocimiento de nuevos recursos.

­  Las positivas relaciones interpersonales con los pacientes y el resto de compañeros de la experiencia («No sólo hemos participado de una misma experiencia, sino que hemos compartido también nuestras emociones, dudas, temores y alegrías», AR, alumna de la UB).

­  El marco de reflexión individual y grupal que ha permitido reflexionar sobre la justicia social y la igualdad de oportunidades.

­  Otro aspecto a destacar es que coinciden en la ruptura con los prejuicios, con el miedo inicial por desconocimiento, aprendiendo a ver la persona más allá de su trastorno, reconociendo el derecho a la rehabilitación y reinserción social.

5.4. El grupo de intervención: profesora, educador y alumnado

Se valora que los pacientes han mejorado:

­  Sus capacidades motrices, especialmente en lo referido al conocimiento corporal y posibilidades de movimiento, en la discriminación visual, la or­ganización espacial y espacio-temporal, en la adquisición de habilidades motrices básicas y en su capacidad expresiva.

­  Sus capacidades cognitivas, aumentando la capacidad de comprensión y la asimilación de consignas, así como el aumento en la toma de decisiones.

­  Sus capacidades sociales y afectivas, incrementando su nivel de comunicación, disminuyendo las actitudes re­traídas. Asimismo, entre los pacientes hemos observado una mejora en la relación entre los niveles bajos y altos de trastorno, con mayores muestras de respeto y solidaridad. A su vez, se evidencia un incremento de la autoconfianza y la autoestima.

­  Se ha detectado una disminución del sedentarismo y un aumento en la motivación y la participación activa en las sesiones, distanciándose de los comportamientos pasivos y apáticos.

­  Se sienten temporalmente liberados de la institucionalización.

­  Han aumentado los hábitos higiénicos, registrándose una disminución de la resistencia a las duchas en grupo y una mayor rapidez en preparar las bolsas de ropa y enseres higiénicos.

­  Los tiempos dedicados al desplazamiento del centro a la instalación y viceversa han disminuido, consiguiendo un mayor índice de puntualidad.

En definitiva, hemos contribuido a una mejora de su salud física, mental y social, creándose un espacio terapéutico, confortable y distinto al habitual.

 

BIBLIOGRAFÍA

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