Informaciones Psiquiátricas - Segundo trimestre 2008. Número 192

Interdisciplinariedad y trabajo en equipo en los cuidados de enfermería al paciente psicogeriátrico

 

Víctor M. Ruiz Quiles

DUE Unidad Psicogeriátrica Sagrat Cor, Serveis de Salut Mental.
Martorell (Barcelona).

 

Recepción: 25-02-08 / Aceptación: 26-03-08

 

Las demencias son síndromes adquiridos, producidos por múltiples causas orgánicas y caracterizados por una reducción progresiva de diferentes funciones intelectuales, lo que ocasiona, en pacientes conscientes, un deterioro irreversible que trae como consecuencia limitaciones progresivas y crecientes para el autocuidado y desenvolvimiento tanto individual, como familiar y social.

La irreversibilidad del cuadro, la ausencia de tratamiento curativo y la importante demanda de cuidados de enfermería de la que viene acompañada, han hecho que las demencias sean en la actualidad una de las patologías, de las que afectan a los ancianos, que mayor interés sociosanitario están generando.

Desde la perspectiva asistencial los cuidados, liderados y coordinados por una enfermera responsable y especializada, siempre han de ir orientados a que el enfermo alcance el mayor grado de autonomía posible para la satisfacción de sus necesidades cotidianas: respirar, comer, beber, eliminar, moverse, bañarse, vestirse, sentirse seguro, etc., ya que con ello se contribuye a un enlentecimiento de su proceso demencial; pero al mismo han de procurar que las familias y el equipo cuidador se sientan beneficiados por dichos cuidados y/o por la manera de dispensar éstos, ya que la implicación y participación de los mismos es imprescindible para conseguir los objetivos propuestos.

Entendemos que la enfermera debe ser el pilar básico del equipo que presta atención asistencial al enfermo demente y a su familia.

La complejidad de manejo del paciente geriátrico en cuanto a la diversidad e interacción de distintos aspectos clínicos, físicos, funcionales, psicológicos y sociales requiere de una serie de conocimientos, habilidades y aptitudes que no suelen estar al alcance de un único profesional.

La participación de los diferentes profesionales médicos, de enfermería, terapeutas ocupacionales, fisioterapeutas, trabajadores sociales, psicólogos... en el abordaje de los diferentes aspectos de la asistencia al anciano, ha fomentado el desarrollo progresivo de la metodología del trabajo en equipo. Esta forma de trabajar permite un abordaje completo dirigido a ofrecer una atención integral en la que todos los profesionales trabajan para conseguir un objetivo común para el enfermo. Este objetivo final no se podrá conseguir si el engranaje no está lubricado por los valores técnicos y éticos que todo profesional de la salud debe poseer, y por su código deontológico.

El funcionamiento del equipo exige de la participación y la responsabilidad compartida de sus miembros. Muchas veces hay que luchar con el propio carácter, con la propia personalidad, por el bien del equipo y, por lo que es más importante, en beneficio del paciente.

El trabajo en equipo en la atención al paciente psicogeriátrico es, esencialmente, compartir, como mínimo, el objetivo. Como ocurre en la inmensa mayoría de los casos en la vida de los seres humanos, la naturaleza nos muestra ejemplos del camino correcto, y ésta no es la excepción. Los gansos salvajes que están en la Tierra hace varios miles de años, nos dan un ejemplo maravilloso de «Trabajo en Equipo», cuando migran al final del otoño.

Cuando vuelan lo hacen con una formación de cuña o delta, lo cual les permite avanzar más fácilmente. Mientras cada ave mueve sus alas, produce una elevación del aire para el ave que le sigue. Volando en formación, los gansos aumentan su autonomía de vuelo en un 71 %, versus lo que lograría cada ave en forma individual.

Cuando un ganso salvaje se separa de la formación, siente inmediatamente co­mo aumenta su trabajo por ir solo y vuelve a la formación, donde obtiene la mejor relación costo-beneficio.

Cuando el ganso líder (el que va adelante y asume el riesgo mayor) se agota, se retira hacia atrás y otro ganso lo reemplaza y toma la punta.

Los gansos graznan desde atrás para alentar a los de adelante a mantener la velocidad de vuelo. Cuando un ganso se enferma o es herido, y cae de la formación, dos gansos van con él y lo acompañan para darle ayuda y protección. Los dos compañeros se quedan con el enfermo o herido hasta que se reponga o hasta que muera.

Uno de los grandes desafíos del marco sanitario en el siglo xxi es la plena consolidación del diálogo interdisciplinar como herramienta de trabajo. En este marco, la enfermería debe introducirse, de pleno, en el diálogo interdisciplinar. Para ello, no sólo es necesario un lenguaje adecuado, sino una posición de poder simétrica, que permita a la enfermera poder expresarse en un plano de igualdad de condiciones con respecto a los otros interlocutores implicados en el diálogo.

El futuro de la asistencia al paciente psicogeriátrico pasa, ineludiblemente, por la praxis del trabajo interdisciplinar, pero sólo es posible el ejercicio de la interdisciplinariedad desde la previa definición de cada disciplina, de sus límites y de sus finalidades. Es preciso distinguir aquí entre interdisciplinariedad y multidisciplinariedad. Aunque los términos multi e interdisciplinar se han empleado indistintamente para definir los equipos de trabajo, existen algunas diferencias entre éstos.

El equipo multidisciplinar es un grupo de diferentes profesionales que trabajan en un área común de forma independiente, valoran al enfermo por separado e interactúan entre ellos de manera informal.

El equipo interdisciplinar (es el tipo de equipo asistencial en geriatría) está constituido por diferentes profesionales que trabajan en un área común de forma interdependiente e interactúan entre ellos de manera formal e informal. Pueden valorar al enfermo por separado pero intercambian la información de una forma sistemática, comparten una metodología de trabajo y trabajan juntos para conseguir unos objetivos conjuntos, colaborando entre ellos en la planificación y puesta en marcha de un plan de tratamiento y cuidados.

Existen múltiples estudios que han demostrado la rentabilidad de la aplicación de este modelo asistencial y que como líneas fundamentales destacan que:

1. La valoración de forma aislada, por muy exhaustiva que sea, carece de valor sin un desarrollo adecuado posterior de planes de cuidados conjuntos. Una categoría profesional por sí sola no tiene nada que hacer en el marco de la geriatría, sino que se necesita una coordinación y armonía entre ellas para alcanzar el objetivo final.

2. Se demuestra la eficiencia de la valoración interdisciplinar frente a valoraciones monodisciplinares, a nivel de reducción de mortalidad, mejoría de la funcionalidad, disminución de reingresos hospitalarios, disminución de las tasas de institucionalización y de la sobrecarga de los cuidadores.

Es necesario realizar la transición del modelo asistencial monodisciplinar al modelo asistencial interdisciplinar, pero ello supone la superación de viejos prejuicios y la redefinición clara y categórica de las finalidades y los objetivos de cada profesión y que las competencias de cada miembro sean reconocidas por todos los demás. Las labores a realizar son de todos y todos trabajan para el mismo objetivo, el bien del enfermo y su familia. Esta forma de trabajar representa la implicación de todos con la responsabilidad de todos.

En efecto, el ejercicio del trabajo interdisciplinar en el campo de la psicogeriatría, constituye una tarea y un reto en el mundo de la salud. Requiere un conjunto de condiciones que no siempre se dan en la praxis cotidiana. Por de pronto, se precisa la articulación de un lenguaje común pues es necesario articular un lenguaje comprensible desde un punto de vista plural, pues de otro modo el diálogo y la interrelación profesional resultan inviables. Ello supone la necesidad de transformar los idiolectos de cada disciplina y sus jergas lingüísticas en un lenguaje verdaderamente interdisciplinar (escalas de valoración de uso habitual en los servicios de geriatría). El médico debe comprender a la enfermera cuando ésta se expresa y viceversa, el médico debe tratar de hacerse comprender y debe hacerlo mediante un lenguaje que trascienda su puro y críptico idiolecto. Es necesario, pues, forjar un metalenguaje en el ámbito sanitario, es decir, un lenguaje que trascienda los lenguajes particulares y sea comprensible para todos los agentes implicados.

Por otro lado, la interdisciplinariedad requiere un plano de simetría en el poder, lo cual resulta ciertamente difícil, pues históricamente la relación entre los profesionales de la salud, fundamentalmente entre médico y enfermera sufre un grave desequilibrio en el poder, una clara asimetría funcional, donde el médico juega el papel fundamental y la enfermera juega el papel subalterno. El diálogo interdisciplinar sólo es posible en una situación de equidad y justicia.

En tercer lugar, la interdisciplinariedad requiere un nexo de unión entre las disciplinas, esto es, un centro de gravedad que constituya el lugar de encuentro entre los distintos ámbitos del saber.

En la esfera de la psicogeriatría, el polo de atracción debe ser la persona del enfermo. El modelo interdisciplinar tiene como finalidad una mejor y más personalizada asistencia al enfermo psicogeriátrico y familia y ello supone la coordinación y la interacción de los distintos agentes sanitarios con un único fin; proporcionar unos cuidados de calidad para vivir la última etapa del ciclo vital de la mejor manera posible. En el fondo, la emergencia del paradigma de la interdisciplinariedad no nace por generación espontánea, sino como consecuencia de la crisis y el descrédito del antiguo modelo asistencial.

Una grave dificultad en el trabajo interdisciplinar radica en el cruce o el solapamiento entre las distintas profesiones: lo que, a la práctica, genera tensiones de carácter laboral. El trabajo interdisciplinar en el área de la psicogeriatría obliga a cada disciplina a delimitar con precisión cuál es su función, su estatuto y su rol en el conjunto de las Ciencias de la Salud. En este proceso de reubicación disciplinar general, la Enfermería debe hallar su singularidad y reivindicar su estatuto y su rol autónomo.

El objetivo fundamental de la Enfermería es cuidar a la persona enferma y ayudar a las personas que desarrollan los cuidados a ejercer adecuadamente su función.

El cuidar requiere tiempo y espacio, dedicación y técnica, ciencia y sabiduría, conocimiento teórico y praxis y, todo ello, requiere un marco institucional idóneo, un marco donde sea posible cuidar a un ser humano, es decir, donde las condiciones estructurales sean favorables para el ejercicio de dicho cuidado.

En este sentido, el deber moral de los profesionales sanitarios no sólo radica en la buena praxis de su profesión, sino en la reivindicación de unas condiciones adecuadas desde el punto de vista institucional para el buen ejercicio del cuidar y del curar. Ahí radica, precisamente, la dimensión social y política de la profesión de Enfermería.

En conclusión, el trabajo en equipo interdisciplinar es un arma más y una característica asistencial específica de la geriatría que surge de la complejidad de abordaje y tratamiento de todos los factores que influyen e interaccionan en el proceso de enfermar en el anciano.

 

El ejercicio de cuidar
no es una mera técnica, sino,
fundamentalmente, un arte.

«La enfermería es la más bella de las bellas artes.»

Florence Nightingale

 

BIBLIOGRAFÍA

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