Informaciones Psiquiátricas - Segundo trimestre 2010. Número 200

Prólogo. XIV Jornadas de Actualización en Psicogeriatría

 

José A. Larraz

Psiquiatra. Director Médico.

Sagrat Cor, Serveis de Salut Mental. Martorell.

 

El envejecimiento de la persona es uno de los pocos hechos que sabemos con seguridad se va a producir en la vida de las mismas, salvo que ésta se trunque antes de forma súbita. Conlleva progresivamente una serie de pérdidas a múltiples niveles, que van limitando la vida de las personas, de manera que de forma progresiva se van dejando de hacer actividades de la misma forma y/o intensidad que se hacían antes. Este hecho afecta en mayor o menor medida a su sentimiento de utilidad, a su estado anímico e incluso al propio sentido de la vida que queda por delante; todo ello muy ligado a como ha sido cada persona (se envejece en relación a como se ha vivido). Este sentimiento se convierte en realidad muy doloroso, cuando además de hacerse mayor, la persona se ve todavía más limitada por la enfermedad, perdiendo su autonomía y necesitando de los demás, incluso en situaciones extremas para las actividades básicas de la vida diaria.

Como el envejecer es algo que en el mejor de los casos a todos nos ha de pasar, los profesionales que en diversos ámbitos (sanitario y social) nos dedicamos a la atención de personas mayores, hemos de ayudar (somos los responsables) con nuestras actuaciones y actitudes a crear una conciencia social normalizada, y lo hemos de hacer cada uno en nuestro ámbito de trabajo del día a día, pero también en nuestras actitudes (privadas y públicas), y en nuestras opiniones. Hacer ver y transmitir a una persona mayor, y sobre todo si ésta es producto de una o varias enfermedades es dependiente; de que no sobra ni es una carga (ni económica ni social), es nuestra obligación ética y moral.

A nivel social, hemos de colaborar para que las personas mayores vivan el presente, encuentren maneras y actividades (cada persona las suyas) de permanecer vivas, de mantener la curiosidad, y tener la capacidad de cambiar sus opiniones. Es importante ayudarles a que no miren atrás, a que no estén pensando continuamente en sus recuerdos y memorias pasadas. Hemos de impedir que se sientan como seres invisibles, que no importan a nadie, o como una carga cuando necesitan ayuda de los demás por sus limitaciones.

A nivel asistencial, cuando ya las limitaciones producto de enfermedades, se añaden a las propias del paso de la edad; nuestra responsabilidad y exigencia ha de ser mucho mayor. Hemos de recuperar el espíritu y filosofía que impulsó en Cataluña la creación del programa Vida Als Anys en el año 1986, en donde más allá de diseñar una red asistencial de atención a las personas mayores (con comorbilidad y situaciones terminales); definiendo, creando e implementando recursos asistenciales siempre necesarios; se creó un modelo asistencial nuevo. Las bases de este nuevo modelo eran: el trabajo en equipo, la valoración y atención integral de los pacientes, la incorporación de profesionales que aparte de su cualificación técnica, estaban altamente motivados y sensibilizados para el grupo de población a atender.

Esta sensibilidad en el ejercicio profesional se puede manifestar o no, en las decisiones, actitudes y trato que dispensamos a nuestros pacientes mayores en nuestro devenir asistencial.

En definitiva todo esto es lo que queremos reflejar anualmente en estas jornadas de actualización de psicogeriatría, colaborar a la cualificación técnica de los profesionales, pero sin olvidar el respeto, la sensibilidad y el trato humano que debemos prestar a este colectivo de personas mayores y enfermas, por la especial fragilidad e indefensión en que muchas de ellas se encuentran.

 

<< volver