Informaciones
Psiquiátricas
2018 - n.º
232
17
et al., 2014). Si existen discrepancias entre
los resultados de los diferentes biomarcado-
res será necesario el seguimiento clínico o la
realización de otras pruebas. La estricta nor-
malidad de estos biomarcadores descarta con
suficiente fiabilidad la EA si bien no permite
descartar otras patologías neurodegenerati-
vas. Así mismo, unos biomarcadores de EA
alterados tampoco son equivalentes ni su-
ficientes para realizar un diagnóstico de EA
(Morris,et al., 2010), por lo que la caracteri-
zación clínica y la exclusión de otras causas
que expliquen los síntomas del paciente son
esenciales para un buen diagnóstico. En este
contexto, se ha recomendado que la solici-
tud de esta prueba se realice por médicos
con experiencia en la evaluación de pacien-
tes con alteración cognitiva después de una
evaluación clínica del paciente siguiendo el
protocolo o guía clínica correspondientes a
tal fin, que incluya evaluación clínica, analí-
tica sanguínea, evaluación neuropsicológica
y neuroimagen (TC o RM craneal) (Balasa et
al., 2015). Así mismo se deberían descartar
causas que contraindiquen la realización de
la punción lumbar (tratamiento con anticoa-
gulantes, doble antiagregación, trastornos
de la coagulación,…), así como explicar los
riesgos/beneficios de dicha prueba al pa-
ciente y/o familiar. Tras esta evaluación, y
en pacientes que no se haya podido excluir o
confirmar con suficiente seguridad la EA, las
principales indicaciones para la determina-
ción de biomarcadores de EA en LCR serían
(Balasa et al., 2015):
1.
Alteración cognitiva/demencia de inicio
antes de los 65 años.
2.
Deterioro cognitivo leve (DCL) en perso-
nas menores de 80 años. Diferentes estu-
dios han mostrado que la alteración de
los biomarcadores en LCR en pacientes
con deterioro cognitivo leve se asocian
a una mayor tasa de conversión a EA
(Hansson et al., 2006). Sin embargo, la
realización de la determinación por enci-
ma de los 80 años podría ser de menor
utilidad dado que una elevada proporción
de sujetos cognitivamente sanos en estas
edades presentarían alteraciones compa-
tibles con patología Alzheimer (Morris et
al 2010).
3.
Presentaciones atípicas donde el diagnós-
tico diferencial puede ser más complejo,
por ejemplo en pacientes con afasia pro-
gresiva primaria, alteraciones conductua-
les o atrofia cortical posterior.
4.
EA posible por curso atípico o etiología
mixta (McKhann et al., 2011) en pacien-
tes menores de 80 años si el resultado
puede cambiar el manejo terapéutico y
pronóstico del paciente.
Por otro lado no se recomienda la determi-
nación de biomarcadores en LCR asistencial-
mente para determinar la fase de la enfer-
medad, en pacientes con quejas subjetivas
de memoria o sin déficit cognitivo objetivo,
personas sin síntomas o en indicaciones no
médicas (laborales, legales,…).
Actualmente existen muchos otros biomar-
cadores en LCR en fases de investigación, si
bien hasta el momento ninguno ha demos-
trada ser de tanta utilidad asistencial como
los expuestos (Olsson et al., 2016)
Conclusión
En conclusión, el estudio de biomarcado-
res de EA en LCR, además de ser una buena
herramienta de investigación para conocer
la fisiopatología de la EA y favorecer el co-
nocimiento de la enfermedad, es una herra-
mienta diagnóstica cada vez más utilizada
en la práctica clínica diaria e incluida en los
criterios clínicos de la EA. El clínico debe co-
nocer sus indicaciones así como sus posibles
BIOMARCADORES DE LÍQUIDO CEFALORRAQUÍDEO EN LA ENFERMEDAD DE ALZHEIMER