Informaciones Psiquiátricas - Segundo trimestre 2004. Número 176

Los fármacos antipsicóticos en el tratamiento de los síntomas psiquiátricos de las demencias

Manuel Martín Carrasco

Recepción: 11-03-04 / Aceptación: 17-03-04

INTRODUCCIÓN

Los trastornos psicológicos y conductuales, tales como agitación, agresividad, delirios paranoides, alucinaciones, etc., son frecuentes en los trastornos demenciales más comunes —como la enfermedad de Alzheimer, la demencia por cuerpos de Lewy diseminados y la demencia frontotemporal— y especialmente en los estadíos moderados y avanzados de las demencias degenerativas. De hecho, suelen ser los trastornos de conducta, más que los trastornos cognitivos, los motivos principales del ingreso de pacientes con demencia tanto en unidades psiquiátricas especializadas como en centros residenciales1. Con el nombre de Síntomas Psicológicos y Conductuales de la Demencia (SPCD) se conoce en la literatura científica a un conjunto abigarrado de síntomas psiquiátricos, reacciones psicológicas y alteraciones de la conducta, que bien podrían denominarse trastornos psiquiátricos de las demencias (figura 1)2.

Los problemas comportamentales asociados con la demencia pueden categorizarse como relacionados o no con la agresividad. Entre las alteraciones no relacionadas con la agresividad se encuentran el vagabundeo, la marcha incesante, la queja y vociferación constantes, o los comportamientos regresivos demandantes de atención. Entre las conductas agresivas podemos citar empujar, dar golpes, insultar, arañar y morder. La manera de hacer frente a estos problemas depende tanto de la gravedad de la conducta como del riesgo de que resulte lesiva para el paciente o para otros. La mayoría de las veces, estos comportamientos son secundarios a otro tipo de alteración psicopatológica, especialmente de tipo psicótico o depresivo, aunque también pude darse de forma primaria. Las intervenciones no farmacológicas, tales como técnicas de distracción del paciente, creación de un ambiente estructurado y seguro o las intervenciones psicoeducativas para el cuidador, son convenientes en todos los casos. Con mucha frecuencia son suficientes para controlar el problema, pero en ocasiones la gravedad del trastorno, la afectación del paciente, o el riesgo para sí o para otros hace necesaria la intervención farmacológica3.

LOS FÁRMACOS ANTIPSICÓTICOS EN LAS DEMENCIAS

Además de los trastornos del comportamiento, los síntomas psicóticos son también muy frecuentes en las demencias más comunes. Por ejemplo, en el caso de la enfermedad de Alzheimer, hasta el 70% de todos los casos presentan algún tipo de síntoma psicótico a los 7 años de evolución4. Estos cuadros han sido tratados tradicionalmente con medicación antipsicótica, pese a la falta de recomendaciones oficiales para su uso, al menos en lo que respecta a los antipsicóticos tradicionales. Se ha estimado que un paciente ingresado en una residencia recibe medicación neuroléptica durante 17 de cada 100 días de ingreso5. En consonancia con esta amplia utilización, en un metaanálisis sobre el empleo de antipsicóticos en ancianos, se ha señalado que los neurolépticos clásicos (fenotiacinas y butirofenonas) presentan un efecto significativamente superior —si bien de escasa magnitud— a placebo en el tratamiento de trastornos de conducta asociados a demencia6. Por otro lado, el mismo estudio refiere que no se encuentran diferencias en cuanto a la eficacia clínica entre los distintos tipos de neurolépticos estudiados, aunque sí existen diferencias notables en cuanto a la presentación de efectos indeseables.

De esta manera, el principal problema en el uso de antipsicóticos clásicos en cuadros asociados a demencias proviene de sus efectos adversos, principalmente síntomas extrapiramidales —ej.: parkinsonismo, acatisia, distonía aguda, discinesia tardía, etc.—, efectos anticolinérgicos —tales como retención urinaria, estreñimiento, boca seca, confusión y delirium—, hipotensión postural y sedación, así como una repercusión negativa sobre el funcionamiento cognitivo7. La discinesia tardía puede ser particularmente problemática a causa de su evolución crónica. Algunos estudios han informado de una incidencia del 25% anual en pacientes de edad media o avanzada, incluso en casos en los que se empleaban dosis relativamente bajas8.

En ese sentido se ha señalado que los nuevos antipsicóticos pueden ofrecer una mejor relación riesgo-beneficio en el tratamiento de trastornos de conducta asociados a demencia, ya que presentan menores tasas de efectos adversos, incluso en el área cognitiva9. Aunque estas sustancias han sido estudiadas exhaustivamente en sujetos jóvenes, y tradicionalmente existe una carencia importante de estudios doble ciego bien diseñados en pacientes ancianos, particularmente en sujetos demenciados, en este momento se cuenta ya con una serie de estudios bien realizados en el área, especialmente con fármacos como risperidona y olanzapina. Hasta hace poco, nuestros conocimientos sobre las dosis y eficacia de estos fármacos estaban basadas en unos pocos trabajos con muestras relativamente escasas, o bien eran extrapolaciones ponderadas de lo que ocurre en poblaciones más jóvenes10, 11. Los fármacos más empleados son olanzapina, risperidona, ziprasidona y quetiapina12, ya que clozapina parece descartarse en población geriátrica por su perfil anticolinérgico, así como por otros efectos secundarios como agranulocitosis, sedación e hipotensión ortostática. Por otra parte, la utilización clínica de clozapina supone la realización de frecuentes analíticas con extracciones sanguíneas para controlar el riesgo de agranulocitosis, lo que resulta en ocasiones extraordinariamente molesto para el paciente y/o sus cuidadores13. La tabla I recoge las dosis empleadas habitualmente con estas sustancias para el tratamiento de los síntomas psicóticos de las demencias, comparándolas con las utilizadas en otros tipo de trastornos psicóticos.

Los antipsicóticos atípicos se caracterizan por presentar un perfil de ocupación de neuroreceptores diferente al de los antipsicóticos clásicos. Se cree que los neurolépticos clásicos, como el haloperidol, ejercen su acción antipsicótica a través del bloqueo de los receptores D2 en regiones mesolímbicas, pero esta misma acción a nivel del núcleo estriado conduciría a la aparición de los efectos secundarios extrapiramidales. Además, los antipsicóticos clásicos actúan sobre receptores histaminérgicos —dando lugar a sedación e hipotensión— y muscarínicos, ejerciendo una acción anticolinérgica. En cambio, la risperidona presenta una marcada afinidad por receptores serotonérgicos tipo 2 (5-HT2A), dopaminérgicos (D2) y a1-adrenérgicos, pero no se une a receptores dopaminérgicos D1 o muscarínicos. La olanzapina presenta un perfil farmacológico más complejo, similar al de clozapina, con la que está emparentada estructuralmente, y en el que destacan la alta afinidad por D4, D3, D1 y D2, 5-HT2A/2C, 5-HT3, 5-HT6, y receptores muscarínicos, histaminérgicos y a1-adrenérgicos, con mayor afinidad por receptores D4 que D2. Quetiapina presenta, además de la acción bloqueante de receptores dopaminérgicos y serotonérgicos, una alta afinidad por receptores H1 histaminérgicos y a1-adrenérgicos, pero carece de acción anticolinérgica. Una característica general de los antipsicóticos atípicos es la eficacia similar a los clásicos en la reducción de síntomas psicóticos, pero con menores efectos extrapiramidales, lo que puede deberse a una mayor especificidad sobre áreas mesolímbicas o a la acción sobre receptores serotonérgicos14.

Pese a que su mejor tolerancia resulta un aval importante a la hora de postular el empleo de los nuevos antipsicóticos en pacientes ancianos con demencia, hay pocos ensayos clínicos controlados que valoren la eficacia de los neurolépticos atípicos en población afecta de cuadros demenciales. Para una revisión de estudios —la mayoría abiertos, retrospectivos, o series de casos— con clozapina o risperidona, véase Stoppe et al (1999)15. El fármaco mejor estudiado hasta el momento es risperidona. Diversos estudios han demostrado que esta sustancia es eficaz a dosis entre 0,5-4 mg/día para tratar los síntomas psicóticos de pacientes con demencia en la enfermedad de Alzheimer y otras demencias. Katz y cols (1999)16 realizaron un ensayo clínico comparando la eficacia de tres dosis de risperidona (0,5, 1, 2 mg/día) con placebo en el tratamiento de los síntomas psicóticos y alteraciones conductuales de 625 pacientes diagnosticados de demencia, la mayoría en estadio avanzado de síndrome demencial. Se consideraba respuesta al tratamiento una mejoría del 50% o superior en la puntuación total de la escala BEHAVE-AD17. El 70% de los pacientes completaron el estudio, y el 50% presentó una mejoría significativamente superior a placebo en la puntuación total de la escala BEHAVE al término de las 12 semanas del mismo. Todos los pacientes en tratamiento con risperidona habían experimentado una reducción significativa en la subescala de agresividad de la BEHAVE, pero sólo los pacientes que recibían la dosis de 2 mg/día de risperidona experimentaron una mejoría significativa frente a placebo en la subescala de psicosis de la BEHAVE-AD. Los síntomas adversos más frecuentes fueron somnolencia, edema periférico y síntomas extrapiramidales, aunque la frecuencia de efectos adversos extrapiramidales fue igual en pacientes que tomaban la dosis de 1 mg/día de risperidona que en el grupo placebo. Estos resultados llevaban a los autores a recomendar el empleo de dosis de 0,5-2 mg/día de risperidona para el tratamiento de los trastornos del comportamiento, y de 1-2 mg/día para el tratamiento de los síntomas psicóticos.

Un segundo estudio18, 19 examinaba la eficacia sobre la agresividad y otros trastornos del comportamiento de risperidona, haloperidol y placebo en 344 pacientes diagnosticados de síndrome demencial, distribuidos aleatoriamente para recibir tratamiento con placebo o con dosis flexibles (0,5-4 mg/día) de risperidona o haloperidol. Al término de las 13 semanas de estudio, la dosis media empleada era de 1,1 mg/día de risperidona y 1,2 mg/día de haloperidol. Risperidona obtuvo una mejoría significativa comparada con placebo en las puntuaciones en las escalas BEHAVE-AD —total y subescala de agresividad— y el Inventario de Agitación de Cohen-Mansfield20 (CMAI). Aunque no se alcanzó un nivel de diferencia significativo, un porcentaje superior de pacientes en tratamiento con risperidona mostraron una respuesta clínica —reducción en el 30% de la puntuación total de la BEHAVE-AD— comparados con los que recibieron placebo. Risperidona mostró una frecuencia similar a placebo e inferior a la del haloperidol en cuanto a la presentación de efectos secundarios extrapiramidales, a dosis de 1 mg/día. Sin embargo, a partir de dosis de 2 mg/día de risperidona la presentación de síntomas extrapiramidales comenzaba a aumentar.

Otros trabajos con metodología de estudio retrospectivo21 o abierto22 confirman los datos expuestos. Hay que destacar que el empleo concomitante de fármacos serotonérgicos, como los ISRS, y risperidona parece incrementar la presentación de efectos extrapiramidales, aunque este hecho precisa ser confirmado. Otro dato favorable al empleo de risperidona en ancianos es la escasa afectación del funcionamiento cognitivo23.

Olanzapina es otra sustancia con un perfil adecuado para su empleo en los síntomas psicóticos de las demencias. Una característica que a priori se considera poco favorable para ello es su capacidad anticolinérgica, lo que podría conducir a un deterioro cognitivo o a la aparición de delirium. Pero este hecho, ampliamente documentado in vitro, no tiene consecuencias in vivo. Así parecen demostrarlo estudios en los que se aprecia una buena tolerancia de olanzapina en ancianos desde el punto de vista cognitivo24, o su eficacia en el tratamiento del delirium25.

Existen varios trabajos acerca de la eficacia de olanzapina en el tratamiento de los síntomas psicóticos de las demencias, tanto en la enfermedad de Parkinson (EP)26, como en la demencia por cuerpos de Lewy diseminados (DCL)27 y en la enfermedad de Alzheimer28, 29. La posibilidad de utilizar los nuevos antipsicóticos en los síndromes demenciales que acompañan a la enfermedad de Parkinson o en la demencia por cuerpos de Lewy tiene gran relevancia clínica, ya que se trata de entidades en los que los neurolépticos clásicos son especialmente mal tolerados. Por lo que respecta a la enfermedad de Parkinson, el estudio citado comprendía a 21 pacientes con EP y síntomas psicóticos con una metodología de estudio abierto. Ocho pacientes tenían demencia. Seis pacientes (28%) abandonaron el tratamiento prematuramente a causa de somnolencia. Los síntomas psicóticos mejoraron significativamente, de manera que el 80% de los pacientes fueron clasificados como «mejorados» o «muy mejorados». No se produjo empeoramiento del funcionamiento cognitivo o de los síntomas parkinsonianos.

En cambio, los resultados en la demencia por cuerpos de Lewy no fueron concluyentes. En este caso se trató a 8 pacientes diagnosticados de DCL con síntomas psicóticos con olanzapina a dosis de 2,5-7,5 mg/día. Tres pacientes no pudieron tolerar la dosis mínima. Dos pacientes mostraron una clara mejoría tanto en los síntomas psicóticos como en los trastornos del comportamiento. Finalmente, otros tres pacientes toleraron bien el fármaco, pero no mostraron ninguna mejoría clínica. Los autores postulan el empleo cauto de olanzapina en estos pacientes, a la espera de poder realizar estudios con dosis más reducidas.

Por último, el primero de los estudios en pacientes con enfermedad de Alzheimer se llevó a cabo en 206 pacientes, tratados aleatoriamente con placebo o con una dosis fija de 5, 10 o 15 mg/día de olanzapina durante seis semanas. En conjunto, olanzapina se mostró superior a placebo a la hora de reducir la puntuación en los items combinados de agitación, delirios y alucinaciones del Inventario Neuropsiquiátrico (NPI)30. Los mejores resultados se obtuvieron a la dosis de 5 mg, de manera que a esta dosis se consiguió una reducción del 50% o superior en la escala de evaluación, comparados con el 57,1% de la dosis de 10 mg o el 34,1% de placebo. Los efectos secundarios extrapiramidales fueron similares en los pacientes tratados con olanzapina y placebo, pero en las dosis más altas del fármaco aparecieron otros efectos adversos como somnolencia o alteraciones en la marcha. El segundo de los estudios se realizó sobre una muestra de 625 sujetos diagnosticados de enfermedad de Alzheimer y síntomas psicóticos, y se compararon con placebo dosis de 1, 2,5, 5 y 7,5 mg/día de olanzapina. Los resultados avalan la eficacia y tolerancia de olanzapina en este tipo de pacientes, aunque sólo se obtuvieron diferencias significativas con placebo a dosis de 7,5 mg/día.

Existen hasta el momento tres trabajos comparativos entre olanzapina y risperidona en demencia31-34. Un estudio retrospectivo sobre ambos fármacos en pacientes psicogeriátricos31 hospitalizados por enfermedades somáticas concomitantes encontró en los dos cifras similares de presentación de efectos adversos (16-17%), lo que avala su relativa seguridad y tolerabilidad en sujetos ancianos. Otros estudios centrados en el perfil diferencial de efectos secundarios han encontrado mayor afectación cognitiva con risperidona, y mayor sedación y tasa de caídas con olanzapina, aunque en un contexto de buena tolerabilidad por parte de ambos fármacos32, 34. El único estudio prospectivo doble ciego comparando directamente ambas sustancias se llevó a cabo sobre 30 pacientes diagnosticados de demencia según el DSM-IV33. Las dosis medias de ambas sustancias fueron de 6,65 mg/día para olanzapina y 1,47 mg/día en el caso de risperidona. Las dos sustancias fueron eficaces, sin que se apreciaran diferencias significativas en cuanto a eficacia o tolerancia.

Por lo que respecta a quetiapina, esta sustancia posee una potencia anticolinérgica muy escasa, lo que unido a una tasa también muy baja de efectos extrapiramidales, la hacen especialmente atractiva para el tratamiento de los síntomas psicóticos de las demencias. Hasta el momento, la experiencia informada de esta sustancia en ancianos se limita a estudios generales en pacientes con trastornos psicóticos, producidos por diversas patologías35, 36 (ej.: Esquizofrenia, enfermedad de Alzheimer), o con enfermedad de Parkinson37, 38, aunque han ido apareciendo estudios abiertos y series retrospectivas de casos en pacientes con demencia, tanto en la enfermedad de Alzheimer39 como en demencia con cuerpos de Lewy40, 41. Hay que señalar que en la demencia con cuerpos de Lewy los pacientes presentan una extrema sensibilidad a los neurolépticos convencionales, por lo que se encuentran formalmente contraindicados. Los resultados confirman unas tasas de respuesta similares a las de los neurolépticos convencionales, pero con una tolerancia superior, especialmente en lo que respecta a efectos extrapiramidales y anticolinérgicos. Los principales efectos adversos consisten en somnolencia, hipotensión postural y opacidad lenticular —informada en perros beagle en estudios de larga duración, pero no en humanos ni en otras especies—. Partiendo de los datos existentes en la literatura, la dosis de inicio de quetiapina en ancianos con demencia sería de 25-50 mg/día, situándose la dosis eficaz media en 25-150 mg/día. El efecto adverso más importante es la sedación, que puede aparecer especialmente los primeros días de tratamiento.

Otras sustancias, como ziprasidona, también presentan un perfil favorable en ancianos42, especialmente por la falta de efectos extrapiramidales, anticolinérgicos y de repercusión cognitiva. Su acción sobre la conducción ventricular parece lejos de tener relevancia clínica, pero obliga a la precaución en pacientes predispuestos. Hasta ahora existen únicamente series de casos en pacientes con síntomas psicóticos en la enfermedad de Alzheimer15, pero dado su perfil, puede ser de utilidad especialmente en pacientes que presenten simultáneamente depresión, apatía y síntomas psicóticos.

CONCLUSIONES

  • Los fármacos antipsicóticos convencionales han sido ampliamente utilizados en el tratamiento de los síntomas psicóticos de las demencias, pero sin que exista un número suficiente de trabajos que avalen este uso. Sin embargo, los efectos secundarios de estos fármacos son especialmente deletéreos en ancianos.
  • Los nuevos antipsicóticos presentan un perfil especialmente adecuado para su empleo en ancianos con demencia, especialmente por la menor capacidad para producir efectos extrapiramidales y anticolinérgicos.
  • Hasta el momento, solamente risperidona y olanzapina tienen estudios publicados de tipo prospectivos controlados doble ciego en esta indicación, que avalan su eficacia y tolerancia en este tipo de pacientes.
  • Es necesario realizar nuevos estudios para afianzar la indicación de los nuevos antipsicóticos en pacientes con demencia, especialmente en moléculas tan interesantes a priori como quetiapina o ziprasidona.

BIBLIOGRAFÍA

1. Fillit H, Cummings J. Practice guidelines for the diagnosis and treatment of Alzheimer’s disease in a managed care setting: Part II-Pharmacologic therapy. Alzheimer’s Disease (AD) Managed Care Advisory Council. Manag Care Interface 2000; 13 (1): 51-6.

2. McShane R, Gedling K, Keene J, Fairburn C, Jacoby R, Hope T. Getting lost in dementia: a longitudinal study of a behavioral symptom. Int Psychogeriatr 1998; 10 (3): 253-260.

3. Herrmann N. Recommendations for the management of behavioral and psychological symptoms of dementia. Can J Neurol Sci 2001; 28 Suppl 1: 96-107.

4. Pollock BG MBRJyc. Comparison of citalopram, perphenazine, and placebo for the acute treatment of psychosis and behavioral disturbances in hospitalized, demented patients. Am J Psychiatry 2002; 159 (3): 460-5.

5. Maixner SM, Mellow AM, Tandon R. The efficacy, safety, and tolerability of antipsychotics in the elderly. J Clin Psychiatry 1999; 60 Suppl 8: 29-41.

6. Lanctot KL, Best TS, Mittmann N, Liu BA, Oh PI, Einarson TR et al. Efficacy and safety of neuroleptics in behavioral disorders associated with dementia. J Clin Psychiatry 1998; 59 (10): 550-561.

7. Sunderland T. Treatment of the elderly suffering from psychosis and dementia. J Clin Psychiatry 1996; 57 (supl 9): 53-6.

8. Jeste DJ. Tardive dyskinesia in older patients. J Clin Psychiatry 2000; 61 (supl 4): 27-32.

9. Arnt J, Skarsfeldt T. Do novel antipsychotics have similar pharmacological characteristics? A review of the evidence. Neuropsychopharmacol 1998; 18: 63-101.

10. Chan WC LLCCLVLSCH. A double-blind randomised comparison of ris-peridone and haloperidol in the treatment of behavioural and psychological symptoms in Chinese dementia patients. Int J Geriatr Psychiatry 2001; 16 (12): 1156-62.

11. Linden M, Baier D, Beitinger H, Kohnen R, Osterheider M, Philipp M et al. Guidelines for the implementation of drug utilization observation (DUO) studies in psychopharmacological therapy. The «Phase IV Research» Task-Force of the Association for Neuropsychopharmacology and Pharmacopsychiatry (AGNP). Pharmacopsychiatry 1997; 30 (1 Suppl): 65-70.

12. Alexopoulos GS, Streim J, Docherty JP. Using antipsychotic agents in older patients. J Clin Psychiatry 2004; 65 (Suppl 2): 5-99.

13. Glazer WM. Olanzapine and the new generation of antipsychotic agents: patterns of use. J Clin Psychiatry 1997; 58 Suppl 10: 18-21.

14. Jackson DM, Ryan C, Evenden J, Mohell N. Preclinical findings with new antipsychotic agents: what makes them atypical? Acta Psychiatr Scand Suppl 1994; 380: 41-48.

15. Stoppe G, Brandt CA, Staedt JH. Behavioural problems associated with dementia: the role of newer antipsychotics. Drugs Aging 1999; 14 (1): 41-54.

16. Katz IR, Jeste DV, Mintzer JE, Clyde C, Napolitano J, Brecher M. Comparison of risperidone and placebo for psychosis and behavioral disturbances associated with dementia: a randomized, double-blind trial. Risperidone Study Group. J Clin Psychiatry 1999; 60 (2): 107-15.

17. Reisberg B, Borenstein J, Salob SP, Ferris SH, Franssen E, Georgotas A. Behavioral symptoms in Alzheimer’s disease: phenomenology and treatment. J Clin Psychiatry 1987; 48 Suppl: 9-15.

18. De Deyn PP, Rabheru K, Rasmussen A, Bocksberger JP, Dautzenberg PL, Eriksson S et al. A randomized trial of risperidone, placebo, and haloperidol for behavioral symptoms of dementia. Neurology 1999; 53 (5): 946-955.

19. De Deyn PP, Katz IR. Control of aggression and agitation in patients with dementia: efficacy and safety of risperidone. Int J Geriatr Psychiatry 2000; 15 Suppl 1: S14-S22.

20. Cohen-Mansfield J, Billig N. Agitated behaviors in the elderly. I. A conceptual review. J Am Geriatr Soc 1986; 34 (10): 711-721.

21. Irizarry MC, Ghaemi SN, Lee-Cherry ER, Gómez-Isla T, Binetti G, Hyman BT et al. Risperidone treatment of behavioral disturbances in outpatients with dementia. J Neuropsychiatry Clin Neurosci 1999; 11 (3): 336-342.

22. Barcia D, Giles E, Herraiz M, Moringo A, Roca M, Rodríguez A. [Risperidone in the treatment of psychotic, affective and behavioral symptoms associated to Alzheimer’s disease]. Actas Esp Psiquiatr 1999; 27 (3): 185-190.

23. Jeste DV, Eastham JH, Lacro JP, Gierz M, Field MG, Harris MJ. Management of late-life psychosis. J Clin Psychiatry 1996; 57 Suppl 3: 39-45.

24. Beuzen JN, Taylor N, Wood A. A comparison of the effects of olanzapine, haloperidol and placebo on cognitive and psychomotor functions in healthy elderly volunteers. J Psychopharmacol 1999; 13 (2): 152-8.

25. Sipahimalani A, Masand PS. Olanzapine in the treatment of delirium. Psychosomatics 1998; 39 (5): 422-30.

26. Aarsland D, Larsen JP, Lim NG, Tandberg E. Olanzapine for psychosis in patients with Parkinson’s disease with and without dementia. J Neuropsychiatry Clin Neurosci 1999; 11 (3): 392-4.

27. Walker Z, Grace J, Overshot R, Satarasinghe S, Swan A, Katona CL et al. Olanzapine in dementia with Lewy bodies: a clinical study. Int J Geriatr Psychiatry 1999; 14 (6): 459-66.

28. Street JS, Clark WS, Gannon KS, Cummings JL, Bymaster FP, Tamura RN et al. Olanzapine treatment of psychotic and behavioral symptoms in patients with Alzheimer disease in nursing care facilities: a double-blind, randomized, placebo-controlled trial. The HGEU Study Group. Arch Gen Psychiatry 2000; 57 (10): 968-976.

29. De Deyn PP, Carrasco MM, Deberdt W, Jeandel C, Hay DP, Feldman PD et al. Olanzapine versus placebo in the treatment of psychosis with or without associated behavioral disturbances in patients with Alzheimer’s disease. Int J Geriatr Psychiatry 2004; 19 (2): 115-126.

30. Cummings JL. The Neuropsychiatric Inventory: assessing psychopathology in dementia patients. Neurology 1997; 48 (5 Suppl 6): S10-S16.

31. Madhusoodanan S, Suresh P, Brenner R, Pillai R. Experience with the atypical antipsychotics-risperidone and olanzapine in the elderly. Ann Clin Psychiatry 1999; 11 (3): 113-118.

32. Ellingrod VL, Schultz SK, Ekstam-Smith K, Kutscher E, Turvey C, Arndt S. Comparison of risperidone with olanzapine in elderly patients with dementia and psychosis. Pharmacotherapy 2002; 22 (1): 1-5.

33. Fontaine CS, Hynan LS, Koch K, Martin-Cook K, Svetlik D, Weiner MF. A double-blind comparison of olanzapine versus risperidone in the acute treatment of dementia-related behavioral disturbances in extended care facilities. J Clin Psychiatry 2003; 64 (6): 726-730.

34. Martin H, Slyk MP, Deymann S, Cornacchione MJ. Safety profile assessment of risperidone and olanzapine in long-term care patients with dementia. J Am Med Dir Assoc 2003; 4 (4): 183-188.

35. McManus DQ, Arvanitis LA, Kowal-cyk BB. Quetiapine, a novel antipsychotic: experience in elderly patients with psychotic disorders. J Clin Psychiatry 1999; 60 (5): 292-8.

36. Salzman C. Treatment of the agitation of late-life psychosis and Alzheimer’s disease. Eur Psychiatry 2001; 16 Suppl 1: 25s-28s.

37. Targum SD, Abott JL. Efficacy of quetiapine in Parkinson’s patients with psychosis. J Clin Psychopharmacol 2000; 20 (1): 54-60.

38. Wolters EC, Berendse HW. Management of psychosis in Parkinson’s disease. Curr Opin Neurol 2001; 14 (4): 499-504.

39. Scharre DW, Chang SI. Cognitive and behavioral effects of quetiapine in Alzheimer disease patients. Alzheimer Dis Assoc Disord 2002; 16 (2): 128-130.

40. Takahashi H, Yoshida K, Sugita T, Higuchi H, Shimizu T. Quetiapine treatment of psychotic symptoms and aggressive behavior in patients with dementia with Lewy bodies: a case series. Prog Neuropsychopharmacol Biol Psychiatry 2003; 27 (3): 549-553.

41. Fernández HH, Trieschmann ME, Burke MA, Friedman JH. Quetiapine for psychosis in Parkinson’s disease versus dementia with Lewy bodies. J Clin Psychiatry 2002; 63 (6): 513-515.

42. Wilner KD, Tensfeldt TG, Baris B, Smolarek TA, Turncliff RZ, Colburn WA et al. Single-and multiple-dose pharmacokinetics of ziprasidone in healthy young and elderly volunteers. Br J Clin Pharmacol 2000; 49 Suppl 1: 15S-20S.

 

<< volver