Informaciones Psiquiátricas - Primer trimestre 2006. Número 183

La inclusión social a través del ocio: El club social

 

Marta Poll i Borràs

Psicóloga. FECAFAMM.

 

Recepción: 14-12-05 / Aceptación: 02-02-06

 

INTRODUCCIÓN

Con este trabajo me planteo presentar las experiencias de club social que se han ido desarrollando durante los últimos años vinculadas a la Federació Catalana d’Associacions de Familiars de Malalts Mentals.

Tal como señala el título de la presentación, el club social se conceptúa como un recurso de inclusión social utilizando las actividades de ocio como un medio. En Catalunya son aún dispositivos muy jóvenes, con una trayectoria relativamente corta, pero pese a este desarrollo aún incipiente, sí que nos gustaría constatar las aportaciones positivas que ha hecho el club social en la atención a las personas con trastorno mental, poniendo de manifiesto la idoneidad del recurso, pero a la vez confirmando la necesidad de avanzar en la concreción y definición de un modelo que se ajuste plenamente a la finalidad que persigue.

Las aportaciones que haré en este documento son fruto de las reflexiones que han ido surgiendo en el marco de la comisión de clubs que coordina la FECAFAMM, espacio donde están representados todos los clubs sociales vinculados a las asociaciones de familiares. La comisión de clubs sociales se constituye en el año 2002 como un espacio de debate y reflexión, de consenso de coordinación y promoción de propuestas alrededor de los clubs sociales.

En el documento también haré mención a algunas reflexiones y propuestas que surgieron en el marco de la Jornada Técnica de Clubs Sociales celebrada durante el mes de diciembre de 2004, en la que participaron 24 clubs sociales vinculados a asociaciones de familiares y a entidades diversas de profesionales.

 

1. FECAFAMM 

La Federació de Familiars de Malalts Mentals se constituyó en el año 1996 por iniciativa de 11 asociaciones de familiares que desarrollaban sus acciones por todo el territorio de Catalunya, con el objetivo de crear una plataforma que pudiera representar a los familiares de personas con trastorno mental e incidir en la mejora de la atención a la salud mental.

Durante los últimos años se han ido impulsando nuevas asociaciones y actualmente la Federación cuenta con 34 asociaciones federadas. Su ámbito de actuación es la comunidad autónoma de Catalunya.

La finalidad de la FECAFAMM es coordinar y apoyar todas las medidas que contribuyan a la mejora de la calidad de vida de los familiares de personas con enfermedad mental y la de las propias personas afectadas de problemas de salud mental.

 

2. EL CLUB SOCIAL

2.1. Origen

Las primeras experiencias de clubs sociales impulsados y gestionados por asociaciones de familiares de personas con trastorno mental las encontramos en la asociación AREP (1982), la asociación Dau (1997), asociación de Mollet del Vallès (1999) y las asociaciones del Barcelonés Norte y Maresme (2001).

Paralelamente a estas experiencias encontramos otras vinculadas a sectores de profesionales, que también inician dispositivos de club social.

FECAFAMM cogiendo como referentes las dos experiencias, se plantea en el año 2002 solicitar la colaboración del Departament de Benestar i Família con el objetivo de poder diseñar un marco de actuación de los clubs sociales y a la vez dotarlos de una financiación e infraestructura que permita desarrollar recursos de calidad, dando respuesta a un vacío en la atención a las personas con trastorno mental.

La colaboración e implicación del Departament de Benestar i Família permite desarrollar durante el 2002 siete experiencias piloto de club social, ampliándose durante los años 2003-2005 hasta 18 vinculadas a asociaciones de familiares. En la actualidad desde los

18 clubs sociales se está atendiendo a 662 personas con trastorno mental.

Los motivos que empujan a las asociaciones de familiares a impulsar clubs sociales tienen relación con el objetivo que persiguen de contribuir de forma activa a la mejora de la calidad de vida de las personas con trastorno mental y de sus familias, y es con esta finalidad que se plantean dar respuesta a las demandas y necesidades que detectan entre sus asociados promoviendo y/o impulsando directamente clubs sociales.

2.2. Definición

Las personas que sufren trastornos mentales severos, presentan una problemática muy compleja que no se reduce tan sólo a la sintomatología derivada del propio trastorno, sino que afecta además a otros aspectos de tipo funcional y de participación en la comunidad. Nos encontramos ante personas que en diferentes grados, presentan limitaciones importantes en su funcionamiento psicosocial, hecho que les ocasiona dificultades para relacionarse y afrontar las demandas de la vida diaria.

Las limitaciones son múltiples y afectan a una o diversas áreas que hay que considerar cuando se plantea una intervención rehabilitadora, entendiendo la rehabilitación psicosocial desde una perspectiva integral, ya que en ella confluyen diversos factores —individuales, familiares, sociales y comunitarios—.

Aparecen entre otras, dificultades para afrontar situaciones de estrés, falta de competencia personal, dificultad para hacer un buen uso del tiempo libre, dificultad para mantener una estabilidad laboral, desaparece o se fractura la red de soporte social y aparecen dificultades para establecer relaciones sociales adecuadas, todos estos factores y otros, son indicadores que pueden derivar en un aislamiento social y soledad si no se establecen los sistemas de soporte social adecuados.

Se hace necesario por tanto, la creación de espacios y recursos intermedios, entre los servicios asistenciales y la integración social normalizada, que fomenten mediante actividades lúdicas una mayor vinculación con el entorno y la creación de vínculos afectivos válidos.

El club social se conceptúa como una estructura de soporte social a fin de que las personas que participan puedan superar los obstáculos que dificultan su participación en actividades culturales, sociales, comunitarias...

La misión del club social es ayudar a las personas con trastorno mental a utilizar las actividades de ocio para conseguir cuotas de salud, independencia, participación, integración en la comunidad y calidad de vida; promover un estilo de vida en la que las actividades de ocio sean importantes para la persona teniendo presente que la identidad del club va más allá del ocio, incidiendo y apoyando el proyecto vital de la persona.

El Club Social tiene una función rehabilitadora, si tenemos en cuenta que una intervención es rehabilitadora cuando tiende a «Mejorar la calidad de vida y ayudar a las personas con enfermedad mental a asumir la responsabilidad de sus propias vidas, a actuar en la comunidad tan activamente como sea posible y a funcionar con la mayor independencia posible en su entorno social» (Gisbert, C. 2003).

2.2.1. Objetivos del club social

Generales:

  • Promover y facilitar la creación y mantenimiento de vínculos relacionales.

  • Contribuir a la mejora de la calidad de vida.

  • Potenciar la autonomía personal.

  • Fomentar la participación e inclusión social en y con el entorno comunitario.

Específicos:

  • En relación con la persona/socio club

–  Estimular y facilitar la creación y mantenimiento de vínculos relacionales y afectivos.

–  Estimular el interés y la motivación en la realización de actividades, promoviendo una utilización positiva del tiempo libre.

–  Promover el asociacionismo, la ayuda mutua, la participación activa y poder asumir compromisos y responsabilidades.

–  Favorecer el conocimiento y la utilización de los recursos de ocio que ofrece la comunidad, promoviendo actividades y prácticas inclusivas.

  • En relación con la familia

–  Reducir el nivel de estrés y carga familiar.

–  Soporte y respiro: aumentar la calidad de vida de la familia posibilitando una mayor autonomía de sus miembros y ampliación de la red relacional.

  • En relación con la comunidad

–  Sensibilizar el entorno comunitario, normalizando y haciendo presente mediante la participación activa de los socios del club.

–  Fomentar valores de convivencia potenciando al club como una entidad activa dentro de la comunidad.

2.3. Población destinataria

Dirigido a personas que, por causa de un trastorno mental tienen dificultades de inclusión social y comunitaria en su entorno natural:

–  Que estén clínicamente estables.

–  Con un nivel de autonomía que les permita participar de las actividades del club.

–  Que presenten dificultades de relación y con una escasa o nula red relacional.

–  Que presenten una disminución de actividades, de iniciativa o motivaciones y con dificultades para ocupar el tiempo libre.

–  Que presenten una cierta motivación y voluntad de participación en las propuestas y dinámica del club.

Criterios de exclusión:

–  Personas con toxicomanías activas.

–  Con rasgos de personalidad psicopática.

–  Que presenten graves déficits cognitivos.

Hay que considerar por tanto que atiende a una población con perfiles heterogéneos, con diferentes niveles de autonomía e intereses, hecho que implica disponer de recursos suficientes para poder dar respuesta a esta variabilidad.

Las personas que se vinculan al club presentan dos tipos de perfiles:

a)  Personas que no asisten a ningún otro recurso de la red sanitaria ni social, aunque sí es necesario que sigan tratamiento psiquiátrico, convirtiéndose el club en su único referente asistencial. De esta manera el club se convierte en el vínculo más activo con la sociedad.

b)  Otros socios llevan una vida más activa, se encuentran en una situación estable y el club es un lugar de intercambio social más lúdico que el resto de espacios y también menos exigente.

2.4. Principios y marco de intervención

a)  Integración en la red

Desde una perspectiva de atención integral de la persona con trastorno mental, hay que considerar el club social como un recurso más de la red de atención a este colectivo. Por tanto, el club no es un recurso aislado, tiene que estar integrado tanto en la red de atención psiquiátrica y salud mental como en la red de atención social y comunitaria del territorio.

Con el objetivo de favorecer la continuidad asistencial, el Club Social, como servicio puente entre el ámbito sanitario y el social, desarrolla su tarea en colaboración con los servicios sanitarios y sociales de cada territorio.

Las informaciones y perspectivas son complementarias, y por tanto se hace totalmente necesaria una coordinación y cooperación entre los diversos dispositivos y recursos que intervienen en el proceso de rehabilitación de la persona. Esta cooperación permitirá establecer circuitos de coordinación eficaces, clarificar itinerarios y acercar el recurso de club social a todas las personas que se puedan beneficiar.

b)  Ocio y salud mental

Diversos estudios señalan los déficits que existen en relación al uso del ocio colectivo entre las personas con enfermedad mental, y destacan el impacto positivo que tienen los programas y recursos que fomentan las actividades de ocio como elemento terapéutico, para la mejora de la calidad de vida de estas personas.

Por ocio se entiende el tiempo libre que supone una ocupación significativa y satisfactoria para la persona.

La participación en actividades vinculadas al ocio influye positivamente en la salud y el bienestar de las personas, ayudando a facilitar conductas de afrontamiento como una respuesta a los cambios y transiciones que las personas experimentan durante el curso vital, incluyendo las producidas por una enfermedad, trastorno o discapacidad. (Coleman e Iso-Ahola, 1993; Kleiber, 1985).

Señalaríamos por tanto, que las actividades de ocio, repercuten positivamente tanto a nivel personal como grupal, y comporten un conjunto de beneficios:

  • Aumenta autoestima.

  • Aumenta percepción control y competencia.

  • Permite desarrollar creatividad.

  • Proporciona experiencias de éxito.

  • Favorece desarrollo personal.

  • Se convierte en una fuente de significado.

  • Fomenta la cohesión.

  • Abre nuevas vías de comunicación y relación.

  • Despierta un interés por el entorno cotidiano.

  • Promueve la participación y la inclusión.

  • Refuerza y promueve aspectos de socialización.

Las actividades de ocio por tanto, como herramienta de intervención social, tienen efectos terapéuticos en la persona, en tanto que inciden en los trastornos de socialización causados por el trastorno mental.

Desde el club social, el ocio se entiende como el medio, la excusa para incidir y promover la inclusión social y la participación activa en y con la comunidad de las personas que participan.

c)  Aspectos metodológicos

l  El club social se constituye como una estructura de apoyo social a largo plazo.

El apoyo social es aquel intercambio real entre individuos a partir de las relaciones sociales, en el que existe por parte de proveedor de la ayuda el objetivo percibido de incrementar el bienestar del receptor. El apoyo social, por tanto, hace referencia a interacciones que suponen un sentimiento de conexión y una asistencia real.

El apoyo social puede ejercer diferentes funciones que frecuentemente actúan de forma combinada: apoyo emocional, apoyo informacional o estratégico, apoyo material o instrumental.

l  Las intervenciones desde el club social han de respetar los valores y el ritmo individual de cada persona, estableciendo compromisos y vinculaciones flexibles. La persona participa en la medida de sus intereses y necesidades, por tanto, nos podemos encontrar con personas que participen diariamente de las actividades del club, otras que lo hagan de forma más intermitente, otras que se vinculen a actividades concretas y puntuales.

l  La intervención se fundamenta en el principio de autodeterminación, entendido como: «la capacidad de la persona para tomar decisiones referidas a sí misma, permite hacer elecciones y escoger, marcarse objetivos y metas personales. La autodeterminación está definida en el concepto de autonomía personal, es el nivel de autonomía conseguido por las personas, y nos indica el grado de necesidad de apoyo que se requiere para poder ejercer y ejecutar aquellas actividades a que aspira el individuo». (Gorbeña, 2000).

Para poder concretar líneas de trabajo y estrategias de intervención que permitan desarrollar este principio, el club ha de incorporar dentro de su metodología de trabajo los siguientes aspectos:

–  Trabajo individualizado con el usuario que permita conocer sus intereses, potencialidades y limitaciones, así como plantear itinerarios individualizados de participación en actividades y en la dinámica general del club.

–  Trabajo grupal, que permita desarrollar dinámicas que favorezcan la creación de vínculos, grupos de afinidad y que a su vez fomenten asumir responsabilidades y potencien la autonomía.

–   Debe convertirse en un espacio facilitador de oportunidades, creando entornos ricos en opciones, promoviendo el acceso a la información, fomentando el uso autónomo del ocio y una participación activa del usuario en el desarrollo y diseño de las actividades, tendiendo a crear espacios de autogestión del ocio.

Cada miembro es considerado como alguien que puede contribuir en alguna cosa y el club proporciona el lugar para canalizar y estructurar las contribuciones sociales y personales de sus miembros. Por otro lado, el funcionamiento del grupo, puede proporcionar mayor confianza y estimular la disposición a intentar participar en actividades que antes parecían demasiado difíciles o poco gratificantes.

–  Ha de organizarse también como un espacio de encuentro, un punto de relación favoreciendo la creación de espacios de relación informales, flexibles y abiertos.

l  El club social trabaja la dimensión social y relacional de la persona, y se plantea dentro de sus objetivos trabajar la cohesión de grupo, generar dinámicas asociativas y de ayuda mutua favoreciendo el sentimiento de pertenencia.

d)  La inclusión social a través del ocio

En este punto me gustaría plantear a nivel de reflexión los criterios y planteamientos que enmarcan y definen las metodologías que utilizamos para plantear propuestas que tiendan a la integración y/o la inclusión social de las personas con trastorno mental.

Integración social e inclusión social no son conceptos opuestos donde haya que apostar por uno o por otro. Planteamos un enfoque diferente en relación a la organización y facilitación de experiencias, ahora bien, si consideramos las características de las personas con trastorno mental, un planteamiento acertado nos llevaría a desarrollar prácticas de actividades con una finalidad de integración, que a la larga nos permita acercarnos a experiencias y propuestas cada vez más inclusivas.

Para concretar más estos aspectos intentaré definir que entendemos por integración e inclusión.

Hablamos de integración social porque hasta el momento se ha producido un proceso inverso, la segregación del colectivo de personas con trastorno mental. Nos encontramos por tanto con personas que presentan unos niveles bajos de participación individual en el entorno social comunitario.

La integración es considerada un instrumento para alcanzar una vida normalizada, pero a su vez constituye un fin en sí misma. Las personas con trastorno mental han de tener la oportunidad de satisfacer sus necesidades de la forma menos restrictiva posible respecto a su comunidad, han de experimentar la comunidad como una parte esencial de su aprendizaje, y en consecuencia formar parte de ella.

Cuando hablamos de integración lo hacemos a dos niveles:

  • Integración en el mundo físico: de los espacios y de las cosas, compartiendo espacios conjuntamente con el resto de la comunidad.

  • Integración en el mundo social: de la gente y de los grupos, que conduce a un mundo de interacciones y relaciones entre todas las personas que componen la comunidad.

El primer nivel nos resulta mucho más sencillo de lograr, podemos plantear con más facilidad el uso de equipamientos, espacios comunes de la comunidad. El segundo nivel es más complejo y requiere un cambio de actitud importante.

Ahora bien, una vez planteados estos aspectos, ¿cuál es el modelo que utilizamos desde los clubs sociales para posibilitar el acceso a experiencias de ocio que favorezcan la integración social?, ¿cómo lo hacemos?

Desde los clubs sociales ponemos a disposición de la persona los recursos necesarios y dotándole de las ayudas necesarias a fin de que pueda participar de la forma más autónoma posible. Utilizamos la comunidad y sus recursos pero la oferta de ocio se diseña y se gesta como una oferta diferenciada y específica donde el destinatario es la persona con trastorno mental.

En un contexto de inclusión social plena, el entorno, la comunidad tiene la responsabilidad de generar acciones y prácticas que fomenten la plena aceptación y respondan a las necesidades de todos. El objetivo principal consiste en una asimilación natural dentro del conjunto de la sociedad y de las estructuras sociales.

Desde la práctica inclusiva lo que haremos es aprovechar las ofertas que nos propone la comunidad, aquellas que están pensadas para el conjunto de la sociedad, estimulando a la persona para organizar su tiempo libre, escoger, seleccionar actividades que sean significativas y proporcionar los apoyos para poder desarrollarlas.

Nos planteamos por tanto qué hay que iniciar con prácticas integradoras, diseñando oportunidades que rompan barreras sociales, para llegar a posibilitar acciones cada vez más inclusivas desde los clubs sociales.

Existen en este sentido algunas experiencias desde los clubs sociales muy positivas y que enumeramos a continuación a modo de ejemplo:

  • Participación en actividades de petanca vinculadas a asociaciones de petanca municipales.

  • Voluntariado social: experiencias vinculadas a la participación en actos y festividades celebradas en algunos municipios, asumiendo responsabilidades y compromisos como voluntarios al igual que otros ciudadanos del propio municipio. Feria de personas mayores, exposiciones, fiestas infantiles.

  • Taller de teatro vinculado a un ateneo: el club participa al igual que otros grupos de teatro de un espacio común favoreciendo el intercambio de experiencias entre los grupos.

  • Cursos y/o talleres específicos diseñados desde los clubs y ofertados a toda la comunidad en colaboración con dispositivos formativos municipales y universitarios.

  • Taller de informática: utilizando el punto omnia del municipio al igual que el resto de los ciudadanos.

  • Participación de algunos socios en actividades diseñadas desde los centros cívicos (talleres), con el apoyo y acompañamiento del profesional del club.

 

3. RETOS DE FUTURO

La valoración que hacemos de los clubs sociales y sus resultados en relación a los beneficios que han aportado a la atención en salud mental son muy positivos, pese a las limitaciones que tiene actualmente el recurso al tratarse de un dispositivo aún en construcción. Planteamos por tanto a continuación los retos de futuro que se consensuaron en la jornada de clubs sociales celebrada el mes de diciembre de 2004 donde participaron el conjunto de clubs sociales existentes, vinculados tanto a asociaciones de familiares como a entidades de profesionales:

  • Incremento de recursos humanos, materiales y de infraestructura para poder desarrollar su función.

  • Mejorar el reconocimiento desde la administración y los sectores profesionales del club social y de la tarea que se está desarrollando.

  • Mejorar el acceso a la formación y supervisión específica para estos profesionales.

  • Regulación normativa del servicio. El club social se ha de definir como un servicio estructurado y ha de delimitar su función en el marco del resto de recursos de atención a las personas con trastorno mental.

  • Unificar estrategias de intervención entre todos los clubs, que permitan mejorar las estrategias de participación activa y de inclusión social. Hay que mejorar la intervención que se hace desde los clubs con el tejido comunitario y se ha de potenciar para evitar situaciones de segregación.

  • Mejorar la coordinación con el territorio y las diferentes redes sanitaria y social.

  • Mejorar la implicación de los municipios y el apoyo que se ofrece al club.

 

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