Informaciones Psiquiátricas - Cuarto trimestre 2009. Número 198

Modelo biopsicosocial en el manejo del trastorno por estrés postraumático en inmigrantes: "Centro de tratamiento de personas sometidas a tortura de Oregón". ¿Se necesitan centros específicos en nuestro país?

 

Andrés Monleón Moscardó

Psiquiatra. Hospital Universitario Dr. Peset. Valencia.

 

James K. Boehnlein

Psiquiatra. Departamento de Psiquiatría. Oregon Health & Science University.
Portland, Oregón (Estados Unidos).

 

Concepción Sanz Carrillo

Psiquiatra. Hospital Universitario Miguel Servet. Zaragoza.

 

David J. Kinzie

Psiquiatra. Departamento de Psiquiatría. Oregon Health & Science University.
Portland, Oregón (Estados Unidos).

 

Pablo Monleón Moscardó

Psiquiatra. Centro Salud Mental Vall d’Uixó. Vall d’Uixó, Castellón.

 

Magín Florensa Becana

Psiquiatra. Hospital Sagrat Cor. Martorell. Barcelona.

 

Recepción: 21-04-09 / Aceptación: 08-06-09

 

RESUMEN

La inmigración es un proceso en auge y los inmigrantes una población potencialmente de riesgo, ya que parte de ellos han estado expuestos a situaciones traumáticas, por lo que debemos de estar familiarizados con el diagnóstico y tratamiento del trastorno por estrés postraumático (TPET). Desde 1977 existe en Estados Unidos un Programa de Psiquiatría Transcultural y un Centro dedicado al tratamiento de refugiados de países donde ha existido violencia política. Basándonos en su experiencia, que contrastamos durante una estancia de 3 meses durante el período de formación MIR, hemos revisado las características diagnósticas del TPET, el funcionamiento del Centro y sus enfoques terapéuticos. Las manifestaciones del TPET varían en el tiempo y con las circunstancias sociolaborales y familia-res del paciente, por lo que un modelo biopsicosocial es recomendable en el tratamiento de estos pacientes.

 

Palabras clave

Inmigrantes, TPET, psicoterapia, trauma.

SUMMARY

The migrant population in Spain is increasing rapidly. Potentially, migrants constitute population at risk because some of them may have been exposed to traumatic situations. Therefore, we should become familiar with the diag-nosis and treatment of post-traumatic stress disorder (PTSD) in this po-pulation. Since 1977, the Intercultural Psychiatric Program and the Torture Treatment Center of Oregon, USA, specializes in the treatment of refugees from countries that have suffered poli-tical violence. Based on their experience, which the senior author observed for 3 months during his MIR training, we reviewed the diagnostic characteristics of PTSD and the Center’s structure and therapeutic approaches. The ma-nifestation of PTSD varies over time, and depends on the social, familial and working status of the patient. Therefore, a biopsychosocial model is recommended for the treatment of these patients and a similar model is proposed for treatment of PTSD among the migrant population in Spain.

 

Keywords

Migration, PTSD, psychotherapy, trauma.

 

 

INTRODUCCIÓN

La inmigración es uno de los fenómenos socioculturales y políticos de mayor trascendencia en la actualidad de nuestro país. En el año 2004 los inmigrantes suponían un 7% de la po-blación española. Este porcentaje se ha incrementado progresivamente en la última década y se prevé que el flujo de inmigrantes hacia Europa seguirá aumentando en los próximos años. Mientras que 1996 residían 542.314 extranjeros en nuestro país en el 2004 había 3.034.326 inmigrantes empadronados en España, por lo que en 8 años prácticamente se ha quintuplicado esa can-tidad1. La mayoría de inmigrantes proceden de Centro y Sudamérica (35%) y de la Unión Europea-25 (21%), mientras que por países los más numerosos son los originarios de Ecuador (15,7%) seguidos de los de Marruecos (13,9%)1.

El aumento de inmigrantes en nuestro país es un fenómeno muy controvertido, pero no cabe duda de que progresivamente nuestra sociedad se irá haciendo más plural y la convivencia entre personas procedentes de distintos países o culturas será necesaria. Hoy en día la mayoría de inmigrantes son de primera generación, aunque con el paso de los años este dato también podría cambiar2. Un 12% de los nacimientos contabilizados en el 2003 correspondieron a nacimientos de madre extranjera y en el 12,2% de los matrimonios realizados ese año, al menos uno de los dos cónyuges era extranjero1.

Como profesionales sanitarios, cada vez es mayor el número de inmigrantes en nuestras consultas o unidades de hospitalización y esto nos obliga a adaptarnos a una sociedad multicultural2.

Gran parte de los inmigrantes han estado expuestos a situaciones traumáticas, tanto en sus países de origen co-mo durante el proceso de inmigración3. Para poder atender de forma adecuada a este colectivo de población debemos estar familiarizados con la existencia de patología más o menos específica y, como en el caso que nos ocupa, con el diagnóstico y tratamiento del trastorno de estrés postraumático (TPET)4, 5. Los países nórdicos y los Estados Unidos tienen una larga trayectoria en la acogida de población inmigrante y en el manejo de esta patología y quizá su experiencia nos pueda servir de referencia6. Con el fin de acercarnos al tratamiento de este trastorno se decidió una estancia en el «Centro de Tratamiento para personas sometidas a Tortura de Oregón» (EEUU), centro de referencia en el abordaje del TPET.

El objetivo principal de este trabajo es describir la experiencia de dicho Centro en el manejo del TPET en la población inmigrante. Para ello describiremos en primer lugar las características y el funcionamiento de su Programa. En un segundo apartado realizaremos un recordatorio sobre las características diagnósticas del TPET y añadiremos unas consideraciones clínicas obtenidas durante la estancia de uno de los autores de este artículo en el Centro. En tercer lugar, comentaremos los métodos terapéuticos que el Programa de Psiquiatría Intercultural aplica para el tratamiento de este trastorno en inmigrantes. Finalmente, concluiremos valorando las posibles aplicaciones de un modelo similar en nuestro país.

 

EL PROGRAMA DE PSIQUIATRÍA TRANSCULTURAL DE OREGÓN

En los Estados Unidos, la Universidad de Ciencias de la Salud de Oregón (OHSU) dispone de un Programa de Psiquiatría Intercultural (PPI) con más de 25 años de experiencia. Este programa fue fundado en 1977 por el Dr. J. David Kinzie. Su principal objetivo ha sido el tratamiento de refugiados provenientes de países donde ha existido guerra civil y/o otros tipos de violencia política. Dedicado inicialmente a la atención de víctimas de traumas o torturas de procedencia indochina (Vietnam, Camboya y Laos), poco a poco aumentaron las consultas a pacientes procedentes de la antigua Unión Soviética, Bosnia y Somalia.

En los últimos 4 años, tras recibir fondos de la «Oficina de Ayuda al Refugiado» (ORR), junto a las consultas ya indicadas se ha podido aumentar la atención a pacientes provenientes de Centro y Sur América, Etiopía, Sudán, Irán, Irak y Afganistán. Tras estas incorporaciones, el Programa se ha reestructurado y se ha creado una sección específica denominada «Centro de Tratamiento para personas sometidas a Tortura de Oregón» (TTCO). El tratamiento de los pacientes del Centro es mayoritariamente ambulatorio.

Características demográficas y clínicas de la población atendida

En septiembre del 2003 el PPI tenía 1.124 pacientes activos, siendo la mayoría de ellos víctimas de guerra y/o de otro tipo de trauma. A raíz de la incorporación de las nuevas consultas gracias a los fondos del ORR, se han evaluado 561 nuevos casos, permaneciendo como pacientes del Centro 380 de estos 561. Los 744 pacientes restantes ya formaban parte del programa previamente como integrantes de las de otras consultas.

De los 1124 casos actuales, 47 son originarios de Oriente Medio (Irán, Iraq y Afganistán), 122 son Bosnios, 113 de Camboya, 78 de Centro y Sur América, 21 de Etiopía, 34 de Laos, 76 de la zona Mien, 63 de Somalia, 417 de Vietnam y 104 de la antigua Unión Soviética. En la tabla I podemos observar la distribución de los pacientes según su procedencia, sexo y edad.

La mayoría de pacientes del Centro tienen entre 30 y 65 años (72%) y son mujeres (63%). Entre el 11% (correspondiente a los afganos) y el 40% (correspondiente a los latinos) de los pacientes se encuentran trabajando por lo que parece que el grado de «occidentalización» de la cultura de origen del paciente determina las diferencias de adaptación. Alrededor del 90% de los pacientes tienen la residencia legalizada en los Estados Unidos. El único grupo que se aleja de estas cifras son los latinos, de los cuales aproximadamente el 80% se encuentran pendientes de conseguir la documentación necesaria. El PPI les ofrece soporte de cara a legalizar su situación. Tener la residencia legalizada es un requisito básico para recibir ayudas y beneficios del «Oregon Health Plan», un programa estatal que ofrece asistencia a personas con escasos recursos socioeconómicos. El 90% de los pacientes están adscritos a dicho plan.

Dado que el Centro es específico para inmigrantes y víctimas de violencia política, la mayoría de pacientes están diagnosticados de TPET o de trastorno depresivo mayor. Basándose en las entrevistas psiquiátricas y siguiendo los criterios diagnósticos del DSM-IV, un 29,29% de los pacientes cumplen criterios de TPET y un 39,73% de los casos de trastorno depresivo mayor. Otras patologías observadas con menor frecuencia son la esquizofrenia (12,41%), la depresión mayor con síntomas psicóticos (3,84%), los trastornos adaptativos (3,39%), la distimia (2,5%), el trastorno bipolar (1,34%) y la psicosis no especificada (1,25%).

La figura del «Mental Health Counselor»

Los 1124 pacientes están divididos en 18 grupos, liderado cada uno por un «Consejero de Salud Mental». Cada paciente queda asignado a un grupo o a otro en función de cual sea su país de procedencia o del idioma. Hay 18 consejeros en el Centro: uno Bosnio, uno para Centro y Sur América, uno Etíope, uno para Oriente Medio, uno de Somalia, una Soviética, uno para los niños y once para las clínicas indochinas (Laos, Camboya, zona Mien y Vietnam).

Los «Consejeros de Salud Mental» son nativos del país o etnia de la que se encargan. Esto les permite actuar como intérpretes en las entrevistas psiquiátricas. Los idiomas hablados en el PPI son un total de 17: mandarín, vietnamita, mien, lao, camboyano, amhárico, ba-rono, oramifa, somalí, suahili, dinka, ruso, castellano, bosnio, farsi, kurdo y francés. La asistencia a los pacientes puede ser en cualquiera de estas lenguas. Los 18 consejeros están supervisados a su vez por 6 psiquiatras que se encargarán de la atención especializada del paciente de su grupo que lo precise, siendo esto posible gracias a las traducciones del consejero.

La mayoría de los consejeros son diplomados en Trabajo Social y reciben formación específica ofrecida por el propio departamento de psiquiatría de la OHSU. Esto les permite encargarse de un abordaje integral y personalizado de cada caso, ya que además del trauma padecido, la situación social del paciente modifica la patoplastia de la psico-patología5, 7. Aparte de traducir, otras ocupaciones de las que se encargan los consejeros son realizar grupos de socialización, psicoterapias individuales o de grupo, terapias ocupacionales, asistencia con la documentación y trámites legales de inmigración, asegurar la correcta cumplimentación de los tratamientos psicofarmacológicos, acompañamiento a médico general o especialistas y todo aquello que se podría entender como labores de «gestión de casos».

La mayoría de consejeros amplían su actividad laboral en el Centro con la participación en organizaciones, tanto públicas como privadas, que trabajan a favor de la integración de los refugiados en la sociedad de acogida. Otra labor nada descuidada es la formación de personal, la docencia en las Universidades, las campañas de información a población general y el desarrollo de organizaciones similares en otros estados de Estados Unidos. Gracias a esta labor, el PPI se ha convertido en un Centro de referencia nacional e internacional para el tratamiento de personas sometidas a experiencias traumáticas.

 

EL TRASTORNO POR ESTRÉS POSTRAUMÁTICO

Los dos requisitos indispensables para poder diagnosticar un TPET son la existencia de un acontecimiento traumático y la aparición de unos síntomas característicos tras la exposición a ese acontecimiento8.

Definir y delimitar lo que es un acontecimiento traumático ha generado un intenso debate desde la introducción del concepto de trastorno por estrés postraumático9. Los criterios diagnósticos actuales requieren que el acontecimiento que la persona ha experimentado, presenciado o le han explicado esté caracterizado por muertes o amenazas para su integridad física o la de los demás y que la persona haya respondido a ese acontecimiento con un temor, una desesperanza o un horror intensos8.

Tras esta exposición, si el sujeto desarrolla un cuadro que se prolongue más de un mes y que se caracterice por una reexperimentación persistente del acontecimiento, por una evitación persistente de estímulos asociados al trauma, por un embotamiento de la reactividad general del individuo y por unos síntomas persistentes de aumento de la activación (arousal) podremos hacer un diagnóstico de TPET. El trastorno se considerará agudo o crónico en función de que los síntomas duren menos o más de 3 meses respectivamente.

Al igual que con el resto de trastornos incluidos en el DSM IV se requiere que estas alteraciones provoquen un malestar clínico significativo o un deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.

Más allá de los criterios diagnósticos

A continuación exponemos dos ejemplos típicos, tanto por la naturaleza del trauma como por la sintomatología, de los pacientes que son remitidos al PPI.

Caso 1. «La Sra. K. es una mujer de 53 años natural de Camboya, que fue remitida al PPI tras residir durante un mes en los USA. Su queja era dificultad para dormir en los últimos 3 años. Junto a ello existía una pérdida de apetito, de energía y de interés en sus actividades habituales, tristeza, se sobresaltaba con facilidad y tenia pesadillas con imágenes de muertos y personas siendo asesinadas. A menudo tenía la sensación de estar reviviendo la época del régimen de Pol Pot. En Camboya, la Sra. K era de clase media, estaba casada y tenía de 7 hijos. Cuando Pol Pot llegó al poder en 1975, fue sepa-rada de su familia e internada en un campo de concentración. Con el tiempo descubrió que su marido había sido ejecutado y que 4 hijos suyos habían fallecido por desnutrición en otros campos. Ella misma sufrió desnutrición severa, fue golpeada y amenazada con ser ejecutada en múltiples ocasiones. Presenciaba continuamente amenazas y como personas eran llevadas a un bosque cercano de donde nunca volvían. Tras finalizar el régimen de Pol Pot en 1979, estuvo en un campo de refugiados en Tailandia durante 10 años hasta que fue admitida en los USA. El aspecto de la paciente era de tristeza y de desesperanza».

Caso 2. «La Sra. G. es una gestante de 34 años, natural de Guatemala, remitida al PPI por presentar síntomas psicóticos durante su embarazo. Refería insomnio pertinaz en las últimas semanas, con frecuentes y reiteradas pesadillas, que consisten en ver como sus padres son secuestrados y asesinados. A lo largo del día acuden a su mente, de forma persistente, pensamientos con el mismo contenido. Verbaliza «oír la voz de su madre llamándola» y a veces «sien-te la presencia de fantasmas que se le acercan desde el cementerio». Evita ver escenas de violencia o guerra en la televisión y se sobresalta fácilmente. Está más irritable de lo habitual, tiene dificultades para concentrarse, se sien-te triste y ha disminuido su apetito. La Sra. G proviene del medio rural en Guatemala, donde su madre trabajaba para la Guerrilla guatemalteca. Cuando la paciente tenía 16 años, la policía local entró de forma violenta en su casa durante la noche y secuestró a sus padres, los cuales no han vuelto a ser vistos. Con 19 años fue violada por hombres pertenecientes a la guerrilla con los que colaboraba su madre. La paciente se casó con un hombre que la maltrataba por lo que finalmente decidió abandonar Guatemala e ir a los USA».

Es importante conocer el contexto y la cultura de la que procede cada paciente10, pero nos resulta llamativo observar como pese a la distinta procedencia de los casos expuestos, Camboya y Guatemala, los síntomas descritos en ambos son muy similares y ambos cumplen criterios de TPET: recuerdos o pesadillas sobre lo ocurrido, irritabilidad, insomnio, sobresaltos, tristeza, etc.

Parte de los inmigrantes atendidos en España pueden tener cosas en común con estos casos tipo. Por un lado, los pacientes pueden provenir de países donde existe violencia política y por lo tanto pueden haber sido víctimas de torturas, ejecuciones, bombardeos y otras violaciones de los derechos humanos3. Por otro lado, parte de los inmigrantes de nuestro país expuestos a experiencias traumáticas desarrollaran también cuadros compatibles con el diagnóstico de TPET4, 5 o de otros trastornos psicopatológicos11.

Más allá de los criterios diagnósticos se observa como muchos pacientes expuestos a violencia, en ocasiones extrema, presentan con frecuencia tendencia al aislamiento y a evitar la socialización. Relacionarse con el mundo y las personas que les rodean puede ser difícil tras haber sido humillado o vejado, por lo que la mejora de la interacción social será un signo de mejoría12. Tras experimentar tanta crueldad e injusticia, tras ver desmoronarse sus sistemas de creencias, su cultura, su pasado, su religión, a los pacientes les vence la sensación de fracaso y de pérdida13. No sólo son pérdidas personales, sino globales, por lo que un sentido de vacío y de desesperanza ante la vida domina al paciente y en ocasiones a su propia familia14.

Aunque no está recogido en los criterios diagnósticos, se ha observado con frecuencia en los pacientes del PPI como les embarga un sentimiento de incomprensión. Los pacientes se preguntan repetidamente cuestiones que difícilmente tendrán respuesta: cómo es posible que pueda existir tanta crueldad en el mundo, cómo un ser humano puede actuar tan vilmente hacia otro, cómo muchos perpetradores de estos actos permanecen impunes mientras que las víctimas han perdido seres queridos y desarrollan unos síntomas que les provocan un intenso sufrimiento15. Incluso el propio psiquiatra, tras enfrentarse diariamente a casos de personas sometidas a traumas masivos (torturas, violaciones, encarcelamientos en campos de concentración, presenciar asesinatos de niños, desnutrición, etc.), tratará de responder a estas cuestiones, probablemente con el mismo éxito que los pacientes15.

Evolución del TPET

Una de las observaciones más claras, tras 27 años atendiendo a víctimas de tortura o de otros tipos de violencia política, es que las consecuencias clínicas del trauma son crónicas16.

Dentro de este curso crónico, las oscilaciones en la intensidad de la clínica dependerán de múltiples factores, principalmente factores externos al propio paciente17. Tras aniversarios o bien tras conflictos laborales, familiares o de otro tipo son frecuentes las recaídas15. Por ejemplo, se observó que tras el estallido de la guerra de Irak, un 70% de los pacientes asistentes a la clínica de Oriente Medio reportaron un aumento en la intensidad de sus síntomas.

 

ENFOQUES TERAPEÚTICOS DEL PPI EN EL TRATAMIENTO DEL TEPT

Uso de psicofármacos

El alivio sintomático de los síntomas del TPET mediante el uso de psicofármacos es un denominador común para el tratamiento de los pacientes atendidos en el Centro. Los antidepresivos de uso más frecuente son los tricíclicos (imipramina, amitriptilina), aunque también utilizan inhibidores de la recaptación de serotonina. Estos tratamientos han demostrado su utilidad sin ser totalmente eficaces. Es necesario el tratamiento de patologías comórbidas como la depresión, mediante el uso de antidepresivos. En caso de existir irritabilidad, insomnio, reacciones paranoides o cualquier otro síntoma se recurre al uso de antipsicóticos, estabilizantes u otros agentes que puedan considerarse necesarios en ese momento.

La psicoterapia de apoyo

La revisión de los tratamientos psicológicos eficaces en el TPET realizada por Baguena constata 3 acercamientos principales en el tratamiento del TPET: el uso de técnicas de exposición (en imaginación e in vivo), las cuales evocan la ansiedad y promueven la habituación a la misma; la reestructuración cognitiva, que modifican creencias y pensamientos desadaptativos y las técnicas de manejo de la ansiedad (entrenamiento en inoculación de estrés) que enseñan al individuo habilidades de afrontamiento para manejar la ansiedad y otros síntomas. La terapia de exposición es la que obtiene un mayor respaldo, dado que por un lado genera una habituación a la ansiedad y por otro existe el aprendizaje de que la exposición no conduce a la amenaza. Dentro de estas terapias la exposición prolongada en imaginación es la que sugiere más beneficios a largo plazo, obteniendo más ganancias terapéuticas si se com-bina con terapias cognitivas18.

El enfoque psicoterapéutico del TTCO se basa en la psicoterapia de apoyo. La presencia del terapeuta a lo largo del tiempo, con una periodicidad adecuada dado que el curso del trastorno es crónico en la mayoría de casos, provocará una sensación de seguridad en el paciente y una sensación de proximidad entre el médico y el enfermo15. El psicoterapeuta debe de tener una sensibilidad adecuada para escuchar las experiencias traumáticas de los pacientes. Relatar hechos vividos como violaciones, secuestros, torturas o haber presenciado muertes violentas, provocará consecuencias durante la entrevista tanto para el paciente como para el terapeuta19. Para el paciente, relatar sus experiencias será un primer paso en el tratamiento, para encontrar un alivio y para aceptarse a si mismo. Para el psiquiatra, escuchar sin interrumpir, no hacer excesivas preguntas o no precipitarse en consolar a la persona, requieren una sensibilidad y entrenamiento especiales ya que será fácil estremecerse al escuchar estas experiencias traumáticas19. La mejora de las habilidades sociales, primero con los terapeutas y después en los grupos de socialización, serán un signo de mejoría. La mayoría de pacientes del Centro, cuando encuentran un alivio al sufrimiento tan extremo al que han estado y están expuestos, se muestran agradecidos. Esto plantea la necesidad de recibir esas muestras de agradecimiento15. Que el personal del Centro participe de las celebraciones propias de la cultura del paciente (promovidas por los grupos de socialización), acepte interacciones sociales poco habituales o incluso pequeños detalles materiales, pueden ser una señal de respeto para culturas asiáticas o para cualquier persona que ofrezca dichos actos de agradecimiento.

Por último citaremos al Dr. D. Kinzie, fundador del PPI, para resumir las habilidades necesarias para realizar una correcta psicoterapia de apoyo a estos pacientes: «la habilidad de escuchar, la habilidad de permanecer, la habilidad de recibir y la habilidad de creer»15.

Otras medidas psicosociales

A parte del uso de psicofármacos y de la psicoterapia, se consideran elementos claves en un programa de tratamiento del TEPT todo aquello que favorezca la capacidad de funcionar del paciente en su medio interpersonal y social6. Reconstruir redes sociales, conseguir logros ocupacionales, reconstruir la identidad personal (muchas veces perdida), cultivar los valores y creencias del paciente, son igual de necesarios que el alivio de síntomas mediante psicofármacos. Algunas medidas que pueden contribuir a aumentar la capacidad de funcionamiento del paciente son16:

–  Educación del paciente, mediante un enfoque explicativo, didáctico y clarificador. Esta orientación ayudará al paciente a entender lo que le ocurre y a mantener la autoestima.

–  Intervenciones sociales adecuadas de cara a reducir fuentes de estrés.

–  Grupos de socialización, con la participación de terapeutas nativos de la etnia, en los que se celebren fiestas propias del grupo cultural, discusiones en torno a la experiencia traumática, sus problemas de adaptación al nuevo país, etc.

–  Exposición a la cultura anfitriona, mediante el aprendizaje del nuevo idioma, organización de festividades, conocimiento de la ciudad, etc.

 

DISCUSIÓN: ¿Se necesitan Centros específicos en nuestro país?

El 7% de la población actual espa-ñola es inmigrante, siendo previsible el aumento de esa cifra en los próximos años. Los inmigrantes pueden haber estado expuestos a traumas tanto en sus países de origen como durante el proceso mismo de la inmigración. Parte de estos inmigrantes desarrollará síntomas de TPET, lo cual les producirá un intenso malestar y aumentará las dificultades de adaptación a su nueva situación. No hay que olvidar que la presencia de inmigrantes rejuvenece nuestra sociedad, son una importante fuerza laboral, aumentan las cotizaciones a la Seguridad Social y son necesarios para mantener nuestro actual sistema de prestaciones y nuestro nivel de bienestar20. Tratar a los inmigrantes lo más eficazmente posible repercutirá de forma positiva en nuestra situación actual.

La acogida de estos pacientes en nuestra consulta tiene múltiples dificultades, entre ellas la barrera del idioma. Un enfoque multidisciplinar, incluyendo psiquiatras, psicólogos y trabajadores sociales, mejoraría la calidad de la atención y la integración del paciente. Dadas las características y necesidades específicas de estos pacientes, dispo-ner de un Programa o Centro similar al de Oregón supondría facilitar el tratamiento de los inmigrantes, entre ellas la comunicación entre paciente y psiquiatra.

Un posible inconveniente de tratar a estos pacientes fuera de nuestras consultas y en Centros específicos es la separación o estigmatización de unos inmigrantes a los que pretendemos acoger. Sin embargo, hoy en día se tiende a la creación de consultas específicas y a la subespecialización tanto en la medicina como en la psiquiatría.

Cataluña es pionera en la creación de Unidades de atención específica a inmigrantes. En 1994 se creó el SAPPIR (Servei d’Atenció Psicopatològica i Psicosocial a Immigrants i Refugiats) ubicado en la Fundación del Hospital Sant Pere Claver de Barcelona. El SAPPIR es un servicio, vinculado a la red sanitaria de Cataluña, especializado en investigación y atención a los inmigrantes extracomunitarios y refugiados. Independientemente de la situación clínica y social del paciente, se les ofrece atención psicológica gratuita. La investi-gación clínica y la docencia son áreas importantes del SAPPIR. El profesor Joseba Achotegui, director del SAPPIR, dirige el curso «Salud Mental e Intervenciones Psicológicas con Inmigrantes, Refugiados y Minorías», perteneciente al programa docente de tercer ciclo de la Universidad de Barcelona. El Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Vall d’Hebron, dispone así mismo de un Programa de Psiquiatría Transcultural cuyo responsable es desde el año 2005 el Dr. Francisco Collazos Sánchez. Este servicio organiza periódicamente desde hace unos años un Simposio de Psiquiatría Transcul-tural. El SATMI (Servei d’Atenció al Trastorn Mental a la Immigració) es un servicio público que empezó en 1997 y funciona como una interconsulta integrada dentro de los Servicios de Salud Mental de Sant Joan de Déu. Su objetivo es garantizar una atención global y especializada en psiquiatría transcultural para inmigrantes que sufren patologías mentales. Durante el año 2008 se han atendido 221 personas. Otra de sus funciones es formar a mediadores interculturales que posteriormente facilitan la asistencia a personas de otras culturas y religiones en los centros de la Orden Hospitalaria, un figura con funciones similares a la de los «mental health conseulor» del IPP. En las guías de servicios de los portales web de las agencias de salud de otras comunidades, como la Comunidad de Madrid o la Comunidad Valenciana, no consta la existencia de Unidades específicas de atención de salud mental a inmigrantes.

Dada la controversia actual existente son necesarios más estudios valorando las necesidades actuales de los inmigrantes, su psicopatología y cuales serían los beneficios de repetir la experiencia americana en nuestro país.

 

BIBLIOGRAFÍA

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