INFORMACIONES PSIQUIÁTRICAS 225 - page 34

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Informaciones
Psiquiátricas
2016 - n.º 225
relaciones de poder del entorno social al que
pertenecemos condicionan el registro de los
aspectos socio-culturales del inconsciente.
Un paso más allá, Dalal (1998) argumenta
que el inconsciente social incluye las relacio-
nes de poder entre discursos. El inconsciente
social es un discurso que ordena jerárquica-
mente otros discursos, aunque este ordena-
miento también es inconsciente. Si bien esto
le da al inconsciente social la apariencia de
un absoluto, tal y como hemos visto, nues-
tra mente no es capaz de entender o procesar
la noción de infinito y se ve obligada a frag-
mentar, por lo que en realidad el inconsciente
social sólo es un discurso, un punto de refe-
rencia para ver otros discursos, que siempre es
un lugar temporal e intercambiable. Esta idea
podría calificarse de preocupante, que algo
tan poderoso a la vez pueda ser transitorio.
El acceso al inconsciente
social desde la práctica clínica
Evidentemente podemos localizar el in-
consciente social en la sociedad y en los
grupos grandes como representantes de la
sociedad, pero ¿cómo se puede acceder al
contenido del inconsciente social desde la
práctica clínica?
La perspectiva sociológica siempre es con-
textual y para entender la estructura y pro-
ceso de cualquier grupo, sobre todo los del
grupo grande, se requiere localizarlo en sus
diversos entornos, a los que está abierto por
definición. Individuos y grupos deben ser
vistos como sistemas abiertos, esto significa
que tanto las personalidades de los miembros
como el propio grupo forman parte del con-
texto, y también significa que la estructura
y proceso de un grupo expresan en forma de
holograma las configuraciones de su contexto
social.
Para Dalal (1998), el componente más im-
portante del inconsciente social es la figura-
ción del poder social y la forma en que orga-
niza nuestros pensamientos, sentimientos e
interacciones con los demás. El inconsciente
social describe la red estructurada de la pro-
pia existencia humana. Los clínicos debemos
tener presente que detrás de un diálogo ma-
nifiesto se encuentran las figuraciones de los
equilibrios de poder, que son inconscientes
y esconden algo latente y más problemático.
Hopper (1985) defiende la necesidad de
desarrollar una teoría de las relaciones ob-
jetales más sociológicamente orientada que,
además de un modelo interpersonal de la
mente, requiere el reconocimiento de las
consecuencias inconscientes de los factores
sociales, tanto los que operaron en la in-
fancia como los que actúan cotidianamente
en la vida adulta. Hopper concluye que se-
ría un error terapéutico focalizar sólo en el
contexto psicológico y no incluir también el
contexto social. Con la finalidad de incluir
los factores sociales, en su artículo “The So-
cial Unconscious in Clinical Work”, Hopper
(1996) plantea que no debemos limitarnos
sólo al “Aquí-Ahora”, sino que propone dos
paradigmas para el trabajo clínico. El primer
paradigma comprende cuatro apartados en
las dimensiones de espacio y tiempo: “Aquí-
Ahora”, “Aquí-Entonces”, “Allí-Ahora” y “Allí-
Entonces”. El segundo paradigma describe
dos dicotomías cuya combinación comprende
otros cuatro apartados: si el paciente está
preocupado de forma consciente por temas
políticos y sociales o no; y si las interven-
ciones del terapeuta enfatizan los factores
sociales externos del paciente o sus factores
psíquicos internos. Dichos paradigmas permi-
ten explorar las coacciones inconscientes de
los factores sociales y culturales en cuanto a
cómo se experimentaron y se experimentan
las relaciones con la familia, grupos sociales
Bernat Sánchez Gregori
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