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Informaciones
Psiquiátricas
2016 - n.º 225
simétrica y asimétrica que son importantes
para el proceso de formación de la identidad.
Elías aporta los conceptos de proceso, re-
lación, homines aperti, figuración y poder,
conceptos a través de los que se constitu-
ye la identidad, tal y como queda reflejado
en su último trabajo “La Teoría del Símbolo”
(1991). Siguiendo a Dalal (1998), esta teoría
trata de unificar lo particular y lo general, lo
biológico y lo social, lo interno y lo externo,
lo individual y lo grupal; y se podría resumir
en los siguientes puntos:
1)
Lenguaje, pensamiento y conocimiento
son formas diferentes de la misma enti-
dad: el símbolo.
2)
La ubicación del símbolo trasciende las
habituales dicotomías psicoanalíticas.
3)
El símbolo se forja a través de la actividad
social y de las relaciones de poder.
4)
La forma del símbolo determina cómo se
experimenta el yo, el mundo y cómo son
las relaciones y experiencias para cada uno.
5)
El hecho de que el símbolo se base en la
actividad social asegura que su dinámi-
ca sea recurrente: actividad, experiencia,
pensamiento y estructura retroalimentán-
dose en continua transformación.
En interés de este trabajo nos centraremos
en los conceptos de proceso y de poder. La
idea de proceso se refiere a que para enten-
der la realidad hay que investigarla desde
una perspectiva histórica, lo que implica
también que tanto el hombre como su iden-
tidad deben considerarse desde una pers-
pectiva procesual. Tendemos a considerar al
mundo y al hombre como realidades estáti-
cas o estados sin movimiento, lo que difi-
culta su comprensión. Considerar al hombre
como un proceso significa que su identidad
está sujeta a un continuo cambio y que la
propia concepción del hombre como “indivi-
duo” es un estado resultante de un proceso
histórico que contrasta con otros tiempos o
sociedades cuando la identidad del hombre
era considerada más grupal.
A través de lo que llama “Reducción de pro-
cesos”, Elías (1978) argumenta que nuestra
mente no puede hacer frente a la noción de
infinito y se ve obligada a dividir en frag-
mentos, por lo que detecta “estados” donde
hay procesos infinitos. Los fragmentos (esta-
dos) tienen un inicio y un final que estamos
obligados a tomar de forma absoluta, porque
si tuviéramos en cuenta lo que ocurre antes
o después estaríamos involucrados en un pro-
ceso infinito y no podríamos concretar nues-
tro pensamiento. Después de haber abstraído
los estados fuera de los procesos, podemos
caer en el error de percibir los elementos
abstraídos como si pudieran tener una exis-
tencia independiente entre sí y como si fue-
ran antagónicos. Las dicotomías individuo y
sociedad, innato y adquirido, cuerpo y men-
te, etc, quedan resueltas si las vemos como
procesos más que como estados y, de igual
modo se resuelve la dicotomía aspectos bio-
lógicos y sociales, y se hace evidente cómo la
biología está necesariamente impregnada por
la sociología y viceversa.
Otro punto en el que Foulkes y Elías se
complementan, es aquel en el que aunque los
dos asumen el concepto de interdependencia,
Elías incorpora también el concepto de po-
der. Para Elías el poder es una relación y, por
definición, las relaciones sociales implican
relaciones de poder entre personas y grupos
de personas. En otras palabras, la presencia
de poder es la consecuencia inevitable de la
convivencia.
“El poder no es un amuleto que sólo po-
seen algunas personas, es una característica
estructural de las relaciones humanas, de to-
das las relaciones humanas”(Elías, 1978:75)
La teoría psicoanalítica tiende a hacer una
división entre el desarrollo psíquico o madu-
rativo y la socialización, pero en contraste
Bernat Sánchez Gregori
